Ellen Goodman

Premio Pulitzer al comentario periodístico.

 

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Ellen Goodman – Boston - Déjeme ver si lo he entendido:

Los estadounidenses mayores tendrían que seguir trabajando con el fin de aliviar el lastre que supone para las generaciones más jóvenes la seguridad social y las prestaciones sociales. Los estadounidenses mayores tendrían que jubilarse para dejar espacio a las generaciones jóvenes que acceden con cuentagotas al difícil mercado laboral.

Ahí lo tiene. Si éste no es el mensaje más confuso que ha salido de este desastre económico, que baje Dios y lo vea. El conflicto entre la generación post Segunda Guerra Mundial y sus vástagos que fue publicitado exageradamente durante los años 90 parece haber vuelto a surgir en una forma nueva y resuena por toda la deprimida y recesionada América.

Así que ahora tenemos estudios como el de la Northeastern University que advierten de que «Hemos incrementado sustancialmente las filas de la población activa con empleados de cierta edad y dejado en el paro a los jóvenes.? Y tenemos advertencias de economistas acerca de los efectos de la enorme transferencia de ingresos de los trabajadores jóvenes a los jubilados. En palabras de Robert Samuelson en Newsweek, «las tensiones generacionales, y tal vez la guerra generacional, es una parte insalvable de la Era Obama.?

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¿Qué está pasando aquí exactamente? ¿Y hay alguna manera de que los ancianos se conviertan en conciliadores?

Es absolutamente cierto que durante los 15 últimos años, los estadounidenses empezaron a trabajar durante más tiempo. Los cambios en la seguridad social lo estimularon, al igual que la longevidad, al igual que, bueno, las opiniones. Ahora la implosión de la Bolsa y el desplome de los planes de ahorro para la jubilación en simples cuentas de ahorro han transformado la jubilación en un artículo de lujo.

Hay historias dramáticas en cada franja de la población madura. Personas a punto de jubilarse se aferran a los puestos de trabajo que otros esperaban ocupar y así a lo largo de la cadena, congelando en seco el mercado laboral. Los trabajadores mayores que perdieron sus empleos se enfrentan a la discriminación para obtener otros nuevos. Gente que abandona la jubilación busca cualquier empleo. Me quito el sombrero ante el caballeroso gastrónomo que me empaqueta mi compra.

Mientras tanto, los colegas que azuzan el conflicto generacional pasan por alto el hecho de que la mayor parte de nosotros no vivimos ni pensamos según grupos demográficos. Pertenecemos a familias. El dinero público es transferido de los trabajadores jóvenes a los jubilados, el dinero privado fluye a la inversa de los padres mayores a los hijos y nietos adultos. En esta economía, algunos trabajadores de cierta edad se aferran a su empleo para mantener a flote a los miembros parados más jóvenes dentro de sus propias familias.

Pero si el cambio de tendencia económica plantea la siembra de un conflicto generacional por el empleo, también conlleva cantidades ingentes de cambio social. Cabe la posibilidad de que la generación post Segunda Guerra Mundial haga una virtud -una revolución- de la necesidad de jubilarse más tarde.

Sabemos ya que un importante conjunto de la población con cincuenta y tantos o sesenta y tantos años de edad está más interesado en renovar el empleo que en jubilarse. Marc Freedman, de Civic Ventures, habla de ??carrera en el ocaso,? en el caso de aquellos que desean abandonar empleos a los que han dedicado media vida y trasladarse al empleo de valor social.
Ahora, dice esperanzadamente, ??El único beneficio mensurable de esta crisis económica es que magnifica la realidad de que van a ser necesarias y deseables vidas laborales más largas. Si sabemos trasladar a la gente la noción de que contribuir durante más tiempo no supone otro montón de años al pie del cañón sino la oportunidad de hacer algo de lo que enorgullecerse, habremos logrado algo significativo.?

?se sigue siendo un gran condicional. Hasta ahora, ha existido escasa ayuda para realizar la transición. Pero una idea innovadora convertiría el servicio a la nación en una pasarela a este tipo de carreras. La Serve America Act que llega al Senado la semana que viene con apoyo bipartidista no sólo ampliará AmeriCorps con su población joven y anciana sino que proporciona relaciones en 50 estados que ayudarían a los adultos de más de 55 años a entrar en nuevos terrenos en los que son necesarios como la educación o el medio ambiente.

Como dice Freedman, acabamos de empezar. ??Hemos pasado esta mitad de siglo orientada a sacar a la gente del mercado laboral. Fue una versión del sueño americano centrada en la jubilación. Ahora debemos proponer una imagen igualmente atractiva que anime a la gente a aplazar la jubilación y encaminarla a los terrenos más necesitados de talento.?

No es de extrañar que esta labor recaiga en los ancianos. La generación del cambio social condujo a este país a pensar de manera diferente en raza y sexo. Hay suficiente tiempo y energías para que la generación «joven» haga que América piense de manera diferente en la edad.

De manera que, ¿conflicto generacional? No necesariamente. En vez de ser competidores podemos ser mentores del cambiante asunto de envejecer.

Ellen Goodman
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