El polémico plan para liberar más de un millón de toneladas de aguas residuales de la central nuclear japonesa en el Océano Pacífico ha recibido finalmente el visto bueno del gobierno nipón. Los vertidos empezarían en 2023 y aseguran que el agua será tratada y diluida para que los niveles de radiación no representen ningún riesgo. Pero la decisión ha levantado una ola de protestas por parte de los habitantes de Fukushima, la industria pesquera, los ecologistas y también de China, Taiwán y Corea del Sur que aseguran que es una amenaza para la salud humana y el medio ambiente.

(Foto: Flickr/IAEA)

Japón asegura que la medida, cuyo estudio fue anunciado  en septiembre de 2019, es «inevitable» en el proceso de desmantelamiento de la central nuclear de Fukushima que resultó dañada en marzo de 2011 por un terremoto y un tsunami y para resolver la acumulación de agua radiactiva que se usó para enfriar los reactores y el combustible nuclear. Los tanques que almacenan esta agua se están quedando sin espacio y se llenarán em 2022.

El agua es tratada y filtrada en la planta para eliminar la mayoría de isotopos radioactivos, pero algunos siguen presentes, en particular el tritio. El gobierno japonés asegura que este isotopo radioactivo solo es peligroso para la salud en grandes cantidades y en el agua tratada en Fukushima y que se pretende verter al mar los niveles de tritio serán mínimos. Habla en concreto de que serán 40 veces inferiores al tope legal establecido para el agua potable y una séptima parte del máximo fijado por la OMS.

Los vertidos de este tipo son una práctica habitual en la industria de la energía atómica y tienen el beneplácito de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA). Pero las reacciones al anuncio del gobierno japonés no se han hecho esperar.

Empezando por los ecologistas. Desde Greenpeace, que lleva años expresando su oposición a la liberación de esta agua en el océano, ha asegurado que con estos planes el gobierno «falla una vez más al pueblo de Fukushima». Mientras que la industria pesquera japonesa también se ha opuesto, advirtiendo que dañará la reputación de los productos de la región y los consumidores se negarán a comprarlos.

Y además los países vecinos de Japón como China, Corea del Sur y Taiwán han protestado al considerar que el agua de Fukushima podría representar un riesgo para la salud humana y para el medio ambiente. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian, también instó a Japón a «actuar de manera responsable».

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