Jose Luis Rodríguez Zapatero hoy en EL PAIS:

P. ¿Le parece razonable que una fiscal llegue a pedir tres años y seis meses de cárcel para dos periodistas de la cadena SER por publicar una información veraz de interés público?

R. Yo no juzgo nunca las actuaciones de los fiscales y menos de los jueces, pero si me pregunta la opinión por el proceso judicial en general y por esa sentencia, no me gusta nada, no la comparto en absoluto.

P. Le pregunto porque la fiscalía se rige por el principio de jerarquía y al frente de esa jerarquía está el fiscal general del Estado, nombrado por usted.

R. El fiscal general del Estado y la fiscalía con relación al Gobierno lo que hace es cumplir políticas, las políticas criminales, la orientación de las políticas criminales. Pero los fiscales actúan con su criterio y con su libertad y con su independencia. Esto es así. Nadie puede pensar que el Gobierno de España le dice al fiscal en uno u otro caso lo que tiene que hacer.

¿Perdón? ¿Son esto políticas criminales?

 

 

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen – Washington. De la obligación de columnista de proporcionar una lista de las 10 mejores películas de 2009, me escaquearé ofreciendo sólo una. Se trata de «The Baader Meinhof Complex», que Anthony Lane, el crítico de cine del New Yorker, dice haber visto «tres o cuatro veces». En el momento que la vi, pensé que una vez bastaba. Sin embargo la película atrae de forma morbosa porque, para mí, trata sólo de refilón del radicalismo estilo década de los 70 de Andreas Baader y Ulrike Meinhof, y más de lo equivocado que estaba cuando era joven.

La película retrata el sangriento ascenso repentino y caída súbita igualmente sangrienta de la Facción del Ejército Rojo, o la llamada Banda Baader-Meinhof, en lo que por entonces era Alemania Occidental. Ni Baader ni Meinhof pensaban estar liderando una banda, aunque sí robaban bancos y secuestraban a ricos e incendiaban edificios con soltura pasmosa. Por el contrario, creían que estaban liderando una revolución, que se iniciaría en su propio país y se propagaría por doquier. Combatiría el fascismo, el imperialismo, el sionismo, los valores burgueses de todo tipo – el sexo liberal era una especie de acto revolucionario – y a Estados Unidos en todas sus malévolas manifestaciones, su vil guerra de Vietnam en particular.

Meinhof era la más interesante de los dos. Era esposa, madre y periodista. Su radicalización se produjo en junio de 1967, cuando el sha de Irán, Mohammed Reza Pahlavi, visitó Berlín Oeste. El shah era visto a la vez como tirano y títere de los americanos, y así fue recibido por los manifestantes de extrema izquierda. Se produjo una pelea a puñetazos, con matones pro-shah armados con palos incitando a los manifestantes pacíficos. La policía no hizo nada. Al día siguiente, durante otra manifestación, un policía abatió a tiros a un manifestante. Ese acto parecía reivindicar el argumento de los radicales: Alemania era un brutal estado fascista.

En la práctica, los radicales se habían topado con algo. Antiguos nazis estaban instalados en el gobierno y el comercio. La nueva generación estaba expresando su repulsa hacia la generación anterior. El sha era un objetivo apropiado. El Savak, su policía secreta, era conocido por torturar. El régimen iraní era el producto de la política exterior estadounidense. «Shah asesino», gritaban los manifestantes. Tenían parte de razón.

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Ahora bien, han pasado muchos años y el Shah ha sido reemplazado por los ayatolás. Los hijos de aquellos manifestantes tendrían derecho a gritar ahora «ayatolás asesinos», pero el Líder Supremo Alí Jamenei no viene a Berlín. Es difícil decir cuál de los regímenes ha matado a más gente, pero por lo menos el sha no amenazaba con borrar a Israel ni sufría estallidos emotivos contra Estados Unidos. Menos da una piedra.

En cuanto al policía que disparó contra el manifestante, llegó a personificar al gobierno de Alemania Occidental, supuestamente fascista. Se llamaba Karl-Heinz Kurras. Fue absuelto del homicidio – un accidente, según él – y finalmente se reincorporó a las fuerzas del orden de Berlín Occidental. Años más tarde, se supo que era comunista y agente secreto del régimen de Alemania Oriental. No era en absoluto el cerdo fascista del imaginario radical.

En la película, como en la vida real, la Facción del Ejército Rojo vomitaba sandeces revolucionarias sin sentido. También fue responsable de alrededor de 30 muertes. Sin embargo, durante un tiempo, contaron con el apoyo de algunos intelectuales destacados y de alrededor del 25 por ciento de los alemanes menores de 40 años. Se alinearon con la Organización para la Liberación de Palestina, se entrenaron para sembrar el caos en Oriente Medio y nunca se detuvieron a considerar que la causa palestina era en sí misma el producto de lo que sus padres habían hecho a los judíos de Europa. Tenían una extraña manera de expiar eso.

El entusiasmo de la juventud – la impaciencia con las explicaciones complejas, la energía desbordante que borra la historia y se burla del pasado – es uno de los clichés longevos de la vida. También lo es el conservadurismo y la cautela de la vejez, (mal) caracterizada muchas veces como enfermedad gerontológica, una consecuencia de la arteriosclerosis o algo parecido. Ambos clichés, como suele ser el caso, contienen una parte de verdad.

Como fue el caso, yo había respaldado a la izquierda alemana (aunque no a los locos) y también había animado a los revolucionarios de Irán – y todo lo que salió de ello fue el asesinato de alemanes inocentes y un Irán que dejó la sartén para caer en el fuego — o en algo peor. Puede usted pensar que la lección es que contra más cambian las cosas, más se quedan igual — pero no es esa. Parafraseando a Louis XIV – « l’Etat c’est moi » – el cliché soy yo. He cambiado.

© 2010. The Washington Post Writers Group

Sección en convenio con el Washington Post

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Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «No nos acusen a nosotros. Es la actualidad la que se ha puesto demagógica. Cuando todo el mundo se vuelca con Haití, cuando millones de personas de economía modesta se rascan los bolsillos para poder ayudar a ese país desventurado, los presidentes de los bancos más importantes de los Estados Unidos comparecían ante la comisión de investigación de la crisis, en el Congreso.

Una ceremonia catártica, dice hoy el «New York Times». Porque, ante los diez hombres sin piedad de ese comité, los grandes bancos están siendo tratados como sospechosos sociales, como sospechosos de haber provocado la debacle financiera.

La dureza de las preguntas lo atestigua. Asimismo, el impuesto que hoy ha anunciado Obama se anda con pocos eufemismos. La tasa que se piensa aplicar a los cincuenta principales bancos del país, para recuperar fondos públicos gastados en la estabilización del sistema, se llama «impuesto sobre la responsabilidad de la crisis».

Haiti-Wall Street, las dos caras de la realidad, aparecen hoy juntas, componiendo un binomio insoportable. Si fuera por la emoción de hoy, si fuera por lo que hoy siente el mundo, diríamos que algo trascendente está a punto de cambiar. !Qué lastima que no vaya a ser así!.

La comisión de investigación de los bancos presentará su informe dentro de once meses. El 15 de diciembre de dos mil diez. Para entonces, Haití habrá tenido tiempo de ser devorada otra vez por la miseria y el olvido.

Del actual movimiento solidario solo quedará una sombra, la admirable sombra de los que actúan siempre, con noticia o sin ella. ONGs y organizaciones de este tipo. Los buenos propósitos habrán quedado en la décima parte de la mitad. Los grandes bancos, por su parte, habrán transformado todo lo que tengan que transformar para que nada cambie.

Y no es fatalismo. No es pronóstico negro de pájaro de mal agüero. Es que Haití y Wall Street no son dos casualidades. Son dos consecuencias, ejemplos paradigmáticos extremos de un modelo que necesita carroña para que puedan volar los buitres.»

Las aperturas del informativo de Iñaki Gabilondo, cada día

Portadas históricas, cámaras de fotos con las que se tomaron algunas de las imágenes más reconocidas de la historia, un helicóptero de la NBC, una de las antenas de las torres gemelas… Son algunos de los objetos que se exponen en el Newseum de la ciudad de Washington. El blog de Público «la mesa de Luz» ha recogido fotos de las salas de este impactante museo. Ver aquí

La Leica M2 con la que se realizó
una de las fotos más reconocidas de la historia. 

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington . El color de la piel entre los afroamericanos no se debe discutir en un ambiente formal, por lo que los comentarios del secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid sobre el Presidente Obama recién difundidos – que los votantes se sienten más cómodos con él porque es de piel clara – ofenden el decoro. Pero sin duda son ciertos.Los prejuicios por el color de la piel siempre han existido en este país. No hablamos de ello porque nos parece que el color es el subordinado de la identificación racial. Hay afroamericanos con la piel tan clara que solo las pistas contextuales apuntan la cuestión de la raza. Recuerdo en una ocasión buscar a unos primos lejanos por parte de padre. Eran tan rubios y de mejillas tan rosadas que pensé que me había equivocado de domicilio, hasta que uno de ellos me saludó en lo que creo Reid llamaría «dialecto negro».

Perdóneme si no estoy ni sorprendido ni indignado. Hace unos años escribí un libro sobre el color y la raza llamado «Carbón de quemar», y la cuestión ya no tiene misterio para mí. Lo que encuentro sorprendente es que la prueba de la evaluación de Reid – planteada en la campaña de 2008 y trasladada en un nuevo libro por los periodistas John Heilemann y Mark Halperin – es cualquier cosa menos precisa.

La publicidad es una ventana fiable a la psique de América, así que me fijo en las imágenes que nos presentan la televisión y las revistas. Los modelos negros tienden a ser caramelo o café con leche, con un pelo que realmente no es rizado – que es como describiría el mío – sino ondulado, incluso liso. Algunos modelos cuya piel es chocolate o de tono oscuro han alcanzado el estatus de superestrella, como Alek Wek o Tyson Beckford, pero son raras excepciones.

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El color de la piel no podría ser un atributo más visible, pero no se habla de ello en este país. Esa ha sido bueno.

Me interesé por la percepción del color y la raza siendo corresponsal del Washington Post en América del Sur. En los viajes a Brasil, un país con un historial de esclavitud parecido al nuestro, seguí cruzándome con personas con piel oscura como la mía, o un poco más oscura, que no se consideraban «negros». Me enteré en aquella época – hace casi 20 años – de que menos del 10 por ciento de los brasileños se identifica como negro. Sin embargo, al menos la mitad de la población, se estima, habría sido considerada negra en Estados Unidos.

Esto se debe a que la sociedad norteamericana aplicó la norma «de la gota»: si tienes una sola gota de sangre africana, eres negro. En Brasil, por el contrario, se puede ser mulato, se puede tener la piel clara, se puede ser marrón «moro», toda la gama cromática hasta «café solo» – más de una docena de clasificaciones informales nada menos. El color sustituye a la identificación racial. En Salvador da Bahía, conocí a una pareja que se consideraba negra, pero cuyos hijos eran de piel más clara. La partida de nacimiento de los niños los clasificaba como branco , o blanco.

El sistema brasileño minimiza la fricción racial a nivel interpersonal. El sistema estadounidense fomenta la fricción, a través de códigos formales e informales que implantan la segregación racial. Pero nuestro paradigma «de la gota» también generó una gran solidaridad racial entre los afroamericanos, al tiempo que maximizaba nuestras filas. Luchamos, nos manifestamos, hicimos sentadas, combatimos, y con el tiempo hicimos enormes avances hacia la igualdad. El más reciente, por supuesto, fue la elección de Obama, que es difícil de imaginar en Brasil – o, a esos efectos, en cualquier país donde haya una minoría importante históricamente oprimida.

Brasil ha comenzado a abordar las disparidades raciales asentadas, a través de iniciativas de discriminación positiva. Pero los escalafones superiores de la sociedad – el distrito financiero de Sao Paulo, por ejemplo, o los ministerios en Brasilia – siguen siendo tan exclusivamente blancos que parecen trozos de Portugal que de algún modo terminaron en la orilla equivocada del océano.

El énfasis de la sociedad norteamericana en la raza en lugar del color explica que Harry Reid resultara tan grosero. Pero no creo que pueda considerarse coincidencia que tantos pioneros – Edward Brooke, el primer senador negro desde la Reconstrucción; Thurgood Marshall, el primer magistrado negro del Supremo; Colin Powell, el primer secretario negro de estado – hayan sido negros de piel clara. El análisis de Reid fue probablemente un ejemplo de buena sociología, incluso si constituye una mala política.

Mucho peor, en lo que a mí respecta, fue la cita que el nuevo libro, «Cambio de Tercio», atribuye a Bill Clinton. En un intento por convencer a Ted Kennedy de apoyar a Obama, se rumorea que Clinton dijo que «hace unos años, este tipo nos traería el café».

Supongo que la ley de la gota sigue teniendo preferencia sobre un título de leyes por Harvard.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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El británico The Times publica un texto de Graham Keeley titulado: ??Oficiales de franco ignoraron la neutralidad española para ayudar al esfuerzo bélico alemán?. El texto da cuenta de los contactos que existieron entre el alto mando franquista y los Nazis:

??Altos cargos del mando militar supremo del general Franco trataron de alterar el curso de la II Guerra Mundial pasando documentos secretos de la inteligencia a espías nazis. En el libro Carne picada de Ben MacIntyre se nombra por primera vez a los personajes del ejército del general Franco que ignoraron la neutralidad de España para contribuir a la maquinaria de guerra nazi. Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, que hace campaña para que se haga justicia con las víctimas de Franco, declaró: ??Este libro proporcionará nuevos e interesantes datos sobre quién pasó documentación secreta a los alemanes y cómo se trató de importantes personajes del régimen???

Son datos que hunden una vez mas la mitología -siempre defendida por el franquismo- de que frente a la Alemania Nazi, Franco se mantuvo neutral.

¿Que es exactamente Red-Sostenible? David Ruiz ha recreado en vídeo para Red SOStenible el contenido de un post de ManuelM.Meida. El texto es del post ??Cuatro (y +), unos manifiestos pro ??piratería?? que publicó  Meida en Mangas Verdes hace un par de meses para el Manifiesto. David Ruiz le ha incorporado música y sentimiento. El resultado es una fantástica obra colaborativa, una demostración de que la cultura exige ser compartida. [visto aquí]

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«Yantares de cuado la electricidad acabó con las mulas».  Miguel Angel Almodovar. (Editorial nowtilus) :

La aparición y difusión de la electricidad en la vida cotidiana de los españoles recibe dos diametralmente distintas evaluaciones por parte de dos grandes pensadores que son a la vez testigos de aquel tiempo de cambio. Mientras que Pío Baroja contempla un panorama positivo y dinámico, Angel Gavinet, hace de la luz eléctrica fuente de todos los males y germen de disgregación social o familiar…

Pio Baroja:

«La instalación de la clase media era un poco mísera, los chicos estudiaban en el comedor, ante la luz del quinqué de petróleo, y a veces, de la candileja de aceite. Las casas tenían entonces pocas comodidades; no había cuarto de baño, pocas estufas, y mucho menos calefacción central. Se leía y se escribía en el rigor del invierno, al calor del brasero (…) La Luz eléctrica ha influido mucho en la vida, y sobre todo en las ideas de la gente…

Angel Gavinet

«…para no romper del todo con el aceite, creo también que se debía continuar utilizándolo en el interior de las casas. El candil y el velón han sido en España dos firmes sostenes de la vida familiar, que hoy se va relajando por varias causas, entre las cuales no es la menor el abuso de la luz. El antiguo hogar no estaba solo constituido por la familia sino también por el brasero y el velón, que con su calor escaso y su luz débil obligaba a las personas a aproximarse y a formar un núcleo común. Poned un foco eléctrico y una estufa que iluminen y calienten toda una habitación por igual, y habeis dado el primer paso para la disolución de la familia...

«Yantares de cuado la electricidad acabó con las mulas».  Miguel Angel Almodovar. Editorial nowtilus (Compralo aquí).