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[24-2-2010] Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Un tal ??John Cobra?? hace un par de gestos obscenos en televisión, profiere unos cuantos tacos, y al día siguiente todos los canales se disputan su presencia poniendo un buen montón de dinero encima de la mesa. Hoy sabemos que dicho sujeto, un gamberro de última generación, recibirá treinta mil euros para sentarse en uno de esos corros televisivos en los que hablan todos a la vez.

Ayer salió a la calle, en libertad, el matón que atizó a su novia y mandó al hospital, medio muerto, a un hombre que intentó interponerse. El citado matón será, a buen seguro, la próxima estrella de los programas más populares. Para él, la crisis económica ha terminado.

El éxito de lo ??friki??, de la insolencia, de la mala educación, alcanza también a la política. El plusmarquista es Aznar, cuyo dedo enhiesto batió su anterior récord, el de «quién me dice a mí el vino que puedo beber antes de conducir». Aunque le ha salido un rival muy pegajoso, Francisco Camps, que había alcanzado un nivel muy alto de chulería con el inglés en educación para la ciudadanía, y en los trajes del Gürtel, y que ahora insiste al tomarse a pitorreo un asunto muy serio: la rendición de bienes. Y su público le aclama.

¿Son cosas menores?. No lo creemos. La deriva de la sociedad española hacia lo cochambroso tendría que empezar a preocuparnos.»

Las aperturas del informativo de Iñaki Gabilondo, cada día

Protesta contra el ATC

La situación de Ascó, el municipió catalán que acoge una central nuclear y que también opta a ser la sede del futuro cementerio de desechos nucleares, es objeto de un reportaje en el New York Times. El periodista considera que el ATC (Almacén Temporal Centralizado) ha dividido el pueblo y la región, provocando suspicacias entre los vecinos e incluso amenazas.

??Mientras que los líderes municipales de Ascó ya han apoyado la propuesta, ésta ha servido para dividir la autonomía y ha suscitado preguntas como si el debate es realmente sobre seguridad o se centra en motivos económicos. Ascó es uno de los nueve municipios en España que integra la lista de aspirantes a ubicar el almacén nuclear.»

El artículo también menciona una corriente a nivel mundial, que también se da en España, que mira la energía nuclear de forma más positiva, incluso con el problema de los desechos. Las nuevas generaciones, más preocupadas por la economía y el cambio climático, estarían más dispuestas a coexistir con las plantas nucleares.

Otro medio extranjero que lleva estos días en sus páginas el tema del ATC es Il Sole 24 Ore, que analiza algunos aspectos económicos del asunto: «Se trata de un negocio muy rentable que se añade, en el caso de Ascó, a las decenas de millones ya obtenidos con las centrales nucleares y que han sido utilizadas, por ejemplo, para construir un polígono industrial, para el desarrollo del turismo o para promover la navegabilidad del río.

Pero también está la otra cara de la moneda. Todo este bienestar, en el caso del centro tarraconense, no ha sido suficiente para detener la hemorragia de personas que han abandonado el pueblo, tanto por el nivel de los salarios como por la proximidad a una instalación nuclear.»

Nacho Escolar en su blog, «Dimitir en España»:

«…las responsabilidades políticas son asimétricas, como los embudos. Para los amigos, el lado ancho; para los enemigos, el estrecho. Así vivimos en un país donde el primer y único político que dimitió por el desastre del Prestige fue el socialista Antonio Carmona, que dejó su escaño en la Asamblea de Madrid por bromear ??en una conversación privada, como la de Aguirre y el hijoputa?? con hundir otro barco. Lo mismo pasó con la Gürtel, donde la primera dimisión, la de mayor peso político hasta la fecha, fue la del ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, que cazaba por allí..» [sigue]

 

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington. Más vale tarde que nunca. Ahora que el Presidente Obama ha puesto por fin sobre la mesa una propuesta de atención sanitaria, la dirección Demócrata del Congreso solo tiene una forma racional de actuar: aprobarla, y con rapidez, o arriesgarse a convertirse en una oposición leal.

¿Debería haber hecho esto el presidente hace un año? Sí, habría estado bien saber dónde ponía el límite — en realidad, que había puesto alguno — teniendo en cuenta que la reforma sanitaria era su principal prioridad legislativa. Al menos se podría haber evitado parte del drama innecesario.

Los Demócratas de la Cámara no se habrían mantenido en sus trece con la necesidad de una opción pública de saber que Obama no iba a pedir una. Habría habido menos indignación con la gravación de las prestaciones de los planes de salud de lujo si todo el mundo hubiera sabido que Obama, a pesar de su promesa de campaña, en última instancia apoyaría la idea.

Y habría habido menos nerviosismo entre los Demócratas de Cámara y Senado si hubieran sabido que los planes de Obama iban a incluir un componente novel que suena a triunfo político: dar competencias a los funcionarios federales para penalizar las subidas de las primas abusivas e injustificadas de las aseguradoras. Esto da a los titulares una base mucho mejor cuando den la cara ante los electores este otoño.

La propuesta del presidente, en esencia una reelaboración del proyecto aprobado por el Senado el día de Nochebuena, fija un marco para el «encuentro» de la reforma sanitaria previsto para el jueves. Si los Republicanos son serios en su deseo de participar en el debate, Obama ha proporcionado un buen punto de partida. Por supuesto, no creo ni por un momento que la dirección Republicana desee verdaderamente unirse a ningún proceso que conduzca a una legislación sanitaria significativa, porque la estrategia política del partido en este momento — decir que no a todo — ha funcionado muy bien.

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El secretario de la oposición en la Cámara John Boehner se quejaba puntualmente de que Obama «ha paralizado» la credibilidad del encuentro al proponer un plan basado en el anteproyecto del Senado. La posición Republicana es que la cosa debe arrancar de un folio en blanco, prescindiendo de un año de trabajo. Eso es retórica, no liderazgo. Si el encuentro consiste en una parte que hace propuestas concretas y otra que canta «borrón y cuenta nueva», los observadores sacarán conclusiones de cuál es la constructiva y cuál no.

Pero ya sabemos cuál no está interesada en la reforma sanitaria. Si los Republicanos están realmente comprometidos con el bipartidismo, pueden subir al carro. Si no, los Demócratas deben aprobar el proyecto de reforma de Obama – si es necesario, valiéndose de la herramienta legislativa del debate y enmienda sin veto conocida como «reconciliación presupuestaria» que sólo exige una mayoría simple de 51 votos en el Senado.

A los Republicanos se les llevarán los demonios. ¿Pero cuál es la alternativa?

Los Demócratas ya han pagado el precio político de abordar la reforma en un momento en que los electores sufren las consecuencias de la recesión, preocupados por la economía y recelosos de las iniciativas del nuevo gobierno. No hay forma de evitar esta línea de enfrentamiento en otoño. La cuestión, en este punto, es si los Republicanos serán capaces o no de sostener las acusaciones de falta de escrúpulos e incompetencia: los Demócratas controlaban la Casa Blanca y todo el Congreso, y no lo lograron.

¿Y cómo responden los Demócratas? «Bueno, hemos trabajado muy duro en la reforma sanitaria y seguimos convencidos de que es vitalmente necesaria, pero nos asustan las encuestas así que nos echamos atrás. ¡Vótanos!»

Si el partido va a sufrir las consecuencias de todas formas, también puede sacar algún beneficio – que son considerables. Cuando los Republicanos griten «gran gobierno» y «socialismo» y todo eso, los Demócratas deben de poder decir a los votantes que todo este ejercicio trajo un cambio real: no se podrá negar atención médica a las enfermedades anteriores a la firma de la póliza de seguros. N aumentos arbitrarios de las primas de seguro. La cobertura de 31 millones de estadounidenses que hoy están sin seguro. Un paso importante hacia la limitación del insostenible crecimiento del gasto médico a largo plazo.

Los Demócratas de la Cámara, que aprobaron un proyecto de reforma más progresista, pueden tener que tragarse el orgullo y aceptar la propuesta de Obama. Los Demócratas del Senado pueden necesitar tranquilizantes para sacar adelante la maniobra de reconciliación legislativa; puede que les dé valor imaginar qué imagen tendrán si rechazan un proyecto que es casi idéntico al que aprobaron hace un par de meses.

Mañana será tarde. Ahora es el momento. Tienen que hacer lo que se espera de ellos.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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El corresponsal de la agencia MAP (Maghreb Agence Presse) en España y presidente de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en España (ACPE) explica en radiocable.com que los países árabes están siguiendo el secuestro de los cooperantes de Acció Solidaria con mucho interés. La región del Sahel es limítrofe con países como Argelia, Marruecos, Mauritania y por parte africana Mali o Niger. Es una zona muy sensible que implica la seguridad de toda la región, por eso pese a la prudencia y el perfil bajo adoptados por el gobierno español, muchos ojos están pendientes de como se gestiona el conflicto.

Said Ida Hassan

Said Ida Hassan, que también es el fundador de Andalus Press, el primer periódico en árabe de España, explica que están haciendo un seguimiento casi diario del tema. Entiende la cautela del gobierno español en este tema y considera que este es un secuestro diferente al del Alakranau y otros con «perfil de secuestro comercial, para pedir dinero». En este caso los captores son una «organizaciones con fines políticos, que tiene reclamaciones geoestratégicas.»

El corresponsal explica que los gobiernos árabes están «observando» el caso desde distintos prismas. «El secuestro complica mucho toda la cooperación en la zona y afecta a la estabilidad y seguridad».

Marruecos por ejemplo está a favor de una mayor cooperación en la región y se muestra en contra de actuaciones que pueden debilitar a los países de la zona. Argelia por su parte defiende una política de mano dura contra los secuestros y los terroristas y su gobierno se ha mostrado irritado por la liberación den Mali de presos políticos para ayudar en la negociación del rehen francés.

COche futurista imaginado en el pasado

Los mejores diseñadores de la industria automovilística dedican desde hace décadas parte de su tiempo a imaginar cómo serán los coches del futuro. Lo llaman diseños conceptuales para dar una visión del futuro de los modos de transporte. Una página web se ha dedicado a recopilar diseños e imágenes de los coches que nuestros antepasados pensaron que tendríamos hoy en día. (Fuente: Meneame)

Sin duda vivimos un momento fascinante: La era de la fama multimedia, de la televisión espectáculo, del politono y de la youtubización. El cambio de paradigma es evidente: antes las televisiones teatralizaban las sociedades -las imaginaban-, pero ahora las retratan, las enseñan. No se las puede culpar por ello: Es que una parte de España es así.

Miles de personas encumbran vía Internet a John Cobra, revolviéndose contra las normas y las estructuras, y asisten divertidos a la algarada televisiva que monta, y a sus consecuencias políticas. Es tema de conversación en todas las casas y oficinas y es por tanto noticia: «Bromas muy caras«, -dice ABC, «El triunfo de la copula«, -dice Vicente Verdú en EL PAIS, «Espectáculo evitable«, -dice La Vanguardia…

Lo que más me fascina es que, como pasó con Gran Hermano, los aburguesados ciudadanos han descubierto con horror que en España viven personajes como John Cobra. Pero no es que no existieran antes, es que antes no existía Youtube…y la sociedad, la sociedad real,  la sociedad youtube no se había colado en la televisión. Enfadarse con TVE por eso, como ha hecho el PP, es simplemente un disparate. Precisamente TVE es la televisión menos contaminada por esas conductas.

Lo que ha ocurrido es una anécdota de la España más poligonera, pero también tiene  una enorme lectura social -¡claro que la tiene!-, incluso antropológica. ¿Hacia dónde va la sociedad audiovisual? ¿qué busca? ¿qué quiere? ¿Qué nos queda por ver en televisión?.
¿Ha sido algo más que una gamberrada colectiva? Dice hoy EL PAIS que sí, y pregunta a un grupo de expertos:

…Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación, va más allá en el análisis tras este fenómeno, que en su opinión es el reflejo de un desencanto de fondo, una suerte de respuesta antisistema que tiene una lectura más amplia que la esfera de un simple festival de música: «Lo que aparentemente parece una cosa muy kitch refleja un estado de ánimo y una intención de hacerle un corte de mangas a lo establecido…  [sigue: «El voto popular engendra frikis»]

El personaje también tiene su faceta interesante. Mario Vaquero, conocido como John Cobra, dice en su web que busca la fama, que quiere hacerse rico y tener un Ferrari. Punto. Vamos, el retrato adolescente en la era televisiva. Un fenómeno que nos llega desde los EEUU y que combina la sociedad del éxito y la popularidad, con la cara más dura, más mediterránea… y está muy extendido: trabajar poco y ganar mucho. Si hay cachondeo de por medio mejor. No se engañen, y no se dejen deslumbrar por el carácter poligonero de John Cobra: el fenómeno no es muy diferente al que habita dentro de Ricardo Costa.

Vaquero no ha encontrado otra forma de hacerlo más que a través de Youtube, de Eurovisión, de los programas del corazón -ya tiene representante, aseguran en los diarios- y seguramente lo encontrará vendiendo politonos de sus improperios. Otros como Risto Mejide ya explotaron facetas igualmente provocadoras, cada uno en su estilo, cada uno en su espacio, y con su cultura. Ambos de forma instrumental, aunque uno de forma intelectualizada y el otro de forma espasmódica.

Pero John Cobra tiene su propia estrategia de márketing con aspiraciones de hombre producto, de hombre marca -¿Que se podía esperar de la sociedad del No Logo?-. Y es, como no puede ser de otra manera, igualmente kitsch:  fugaz -vende videodedicatorias personalizadas en youtube-, pequeña -vende sus cds por email a 6 euros en la web-, y de popularidad -tratando de asistir a todas las convocatorias televisivas que puede-.

En definitiva. Mario Vaquero es una de las miles de personas que nos rodean que creen que el dinero les hará respetables. Es el triunfo del capitalismo visual, en el que John Cobra ha encontrado una grieta por la que colarse. Ante esa promesa, después, vendrán muchos más. Al fin y al cabo, hay tantos tipos que sienten afinidad por esos objetivos…

Carlos de las Heras portavoz de Amnistía Internacional valora en radiocable.com «muy positivamente la disponibilidad que ha mostrado el gobierno para acoger a detenidos de Guantanamo». Pero explica que también le están pidiendo que garantice algunos aspectos concretos de las condiciones de los detenidos y que impulse, desde la presidencia europea que ostenta ahora España, un mensaje común para el cierre total de Guantánamo.

Acto de Amnistia por el cierre de Guantánamo
(Foto: Flickr/Madsloan)

Tras la llegada del primer preso procedente de la base estadounidense a España, Amnistía ha solicitado que se garantice que no habrá un periodo adicional de detención. También piden que su llegada esté acompañada de toda una estrategia de acogida que incluya la residencia legal, medidas para su reunificación familiar y darles apoyo para que se adapten a una nueva vida en un país que no conocen.

Carlos de la Heras explica que están en «contacto con la oficina del ministro Rubalcaba para que les informen de las condiciones concretas en las que estas personas van a ser acogidas» pero de momento están a la espera de datos sobre el recien llegado. Además de este primer trasladado, Amnistía tiene noticia de que podrían venir a España otros cuatro, yemeníes y palestinos.

 

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Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «El mejor Zapatero era el que se ponía de frente ante los problemas. El peor, el que se pone de perfil. Entró por derecho en muchos temas y aunque a menudo se equivocó, sabíamos a qué atenernos.

El sueña con grandes operaciones estratégicas, de largo alcance. Pero en este terreno le fascina mas el brillo de los  enunciados que la metodología rigurosa para hacerlos posibles. Su verdadero talento es el talento táctico, su capacidad para la finta, para eludir la cornada in extremis, saliendo por la derecha o por la izquierda, según venga la embestida.

Con la propuesta de elevar la edad de la jubilacion, Zapatero ha rozado el virtuosismo. Introduce la noticia por sorpresa, luego la enfría. Pero recoge complacido el aplauso de los mercados. Cuando los sindicatos anuncian su protesta en la calle, se rebaja el grado de la iniciativa, como idea a debatir en el pacto de Toledo. Finalmente, hoy ha vaticinado que se alcanzará un acuerdo con los sindicatos.

Entre unas cosas y otras, esta es la hora en la que no puede saberse si Zapatero cree a fondo en esta reforma y está dispuesto a defenderla con uñas y dientes sea cual sea la contestación o si, por el contrario, podría llegar a retirarla.

A esto es a lo que llamamos ponerse de perfil y está convirtiéndose ya en su estilo de gobernar. Un estilo que parece cauto y resulta absolutamente imprudente.»

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Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen- Washington. Una cuestión relativa al presunto programa armamentístico nuclear de Irán: ¿Está el Presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad loco como Adolf Hitler, o está loco como, más que ningún otro, Richard Nixon?

Nixon tenía un término para referirse a su propia variante de demencia: «Yo lo llamo la Teoría del Loco, Bob», dijo a su asistente H.R. «Bob» Haldeman durante la campaña presidencial de 1968. Nixon hablaba de cómo iba a hacer frente a la Guerra de Vietnam. «Quiero que los norvietnamitas crean que he llegado al punto de hacer cualquier cosa por poner fin a la guerra. Vamos a dejarles caer que, ‘Por el amor de Dios, Nixon está obsesionado con el comunismo. No podemos contenerlo cuando está enfadado – y tiene su mano en el botón nuclear'». La estrategia, aunque astuta, no funcionó con los norvietnamitas. Tal vez estaban más locos que Nixon.

Ahmadinejad es también una versión de loco. Su negación del Holocausto es prueba o de una especie de demencia agresiva, o del tipo de locura nixoniana diseñada para hacer que enemigos y adversarios se lo piensen dos veces: ¿qué va a hacer ahora este tío?

A la par que su negación del Holocausto, Ahmadinejad ha instado reiteradamente a la destrucción de Israel. Mientras que algunos expertos difieren en la traducción exacta de sus palabras, su objetivo general es claro. Lo que no está claro sin embargo, es que esté expresando un deseo o haciendo una promesa: «El régimen sionista será borrado del mapa». «El régimen sionista está en vías de desaparición». «Los días de este régimen están contados». «Gracias a Dios, nuestro deseo será pronto cumplido, y este germen de corrupción será borrado de la faz del mundo». Podría seguir y seguir, como de hecho sigue Ahmadinejad.

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A primera vista, estas declaraciones no pueden ser más que los delirios de un demagogo decidido a apaciguar a la multitud como sea. Después de todo, Ahmadinejad tiene que saber que cualquier intento de traducir su retórica en acciones se encontrará con la fuerza. Israel es potencia nuclear y no va a caer sin luchar. Los iraníes no pueden estar tan locos. A un estilo Nixon, simplemente están tratando de impresionar. Tal vez.

Pero la creencia en que el mundo opera racionalmente es en sí misma irracional. El ejemplo de Hitler nos enseña y advierte en la misma medida. El líder Nazi no sólo fue un antisemita que se creía realmente sus demenciales teorías, sino que tomó decisiones que fueron auténticas locuras. Por ejemplo, ¿por qué declarar la guerra a Estados Unidos después del ataque japonés a Pearl Harbor? ¿Por qué invadir la Unión Soviética antes de haber derrotado a Gran Bretaña? En ambos casos, tuvo sus motivos. Y en ambos casos, sus motivos fueron demenciales.

Israel es el país menos dado de todos a tener fe en el raciocinio de la humanidad. Simplemente sabe de lo que habla. Así que preguntarse si Ahmadinejad está interpretando el papel de loco o si está loco no es un ejercicio académico. Tiene un impacto real y aterrador que con demasiada frecuencia, en demasiados sectores, es tachado de una forma de paranoia. Por ejemplo, cuando los dirigentes israelíes advierten de que podrían tomar medidas preventivas contra Irán – por ejemplo, un intento de destruir sus instalaciones nucleares como lo hicieron en Irak en 1981 – ello es descartado como un estertor irresponsable de indignación. El ex asesor de Seguridad Nacional Zbigniew Brzezinski llegó a sugerir que si Israel intentaba algo así, Estados Unidos podría tener que quitarles la idea por la fuerza. La Doctrina Brzezinski resulta refrescante en su audacia perversa: abatiremos a nuestros amigos para proteger a nuestros enemigos.

La bomba iraní no es una cuestión que sólo afecte a Israel. Pondrá patas arriba el equilibrio de poderes por todo Oriente Medio y alentará a las organizaciones radicales/ terroristas como Hezbolá y Hamás a incrementar, su guerra contra Israel. Las demás naciones de Oriente Medio, inseguras de depender del paraguas nuclear estadounidense, desarrollarán sus propias bombas. Una región inestable se volverá nuclear. (Que Egipto conviva tranquilamente con una bomba israelí pero en las esferas diplomáticas sea presa del pánico ante la perspectiva de la bomba iraní lo dice todo de la realidad de Oriente Medio y su hipocresía). Felices sueños.

No tengo idea de si Ahmadinejad meramente actúa como un loco o si está loco. Sé, sin embargo, que Irán parece empeñado en desarrollar cabezas nucleares y los proyectiles balísticos para lanzarlas. También sé que nada de lo que han hecho Estados Unidos y sus aliados ha disuadido a Ahmadinejad (o a los mulás, o al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria) de su objetivo. Quizá sea el momento de que Barack Obama, permanente encarnación de la moderación, se valga de una táctica sacada de Richard Nixon y combata a un loco con otro. Tal como van las cosas, la locura sería no hacerlo.

Richard Cohen
© 2009, Washington Post Writers Group
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