Ellen Goodman

Premio Pulitzer al comentario periodístico.

 

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Ellen Goodman- Londres. Sí, hay algo más cosmopolita que tener arenques ahumados para desayunar. Es que te ofrezcan donaciones para lavar la conciencia.
Tras 7 horas y 5.351 kilómetros llego aquí, abro el periódico y me encuentro con que un laboratorio de ideas británico, el Fondo de Población ?ptima, me ofrece una oferta. Como buena medioambientalista, puedo contrarrestar las 1,1 toneladas de emisiones lanzadas a la atmósfera por mi vuelo trasatlántico haciendo una donación de 7 dólares a un programa de planificación familiar.
Bueno, no soy aficionada a los bonos de intercambio de emisiones, que se podrían describir como comodines. No me entra en la cabeza la idea de que podremos contrarrestar nuestras díscolas costumbres plantando árboles en la Amazonia. La idea de que puedo equilibrar viajar en avión evitando unas pequeñas emisiones me parece de un elitismo propio del Raj. Para demostrar realmente la idea, el artículo de la prensa era ilustrado mediante una composición de bebés africanos dentro de un círculo. Así que puedo barrer de un plumazo a los de los bonos de población.
Pero la ironía reside en que al menos tres instituciones así están creando una relación entre crecimiento de la población y cambio climático. Es más de lo que están haciendo los científicos en la conferencia de Copenhague.

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Los de las instituciones pueden hacerse los sordos, pero los asistentes a la conferencia parecen más sordos que una tapia. Las materias a debate van de las energías limpias a la protección de los bosques, pasando por los bonos de emisiones y la implantación de un tratado. Los países discuten de todo lo relativo al cambio climático inducido por el hombre menos de la cantidad creciente de hombres que lo inducen.
Un viejo fatalismo en torno al crecimiento de la población se ha asentado desde 2007, cuando el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático declaró el asunto virtualmente intocable. «El alcance y la legitimidad del control de la población», advertían, seguían siendo «objeto de un debate en curso».
Una parte importante de la polémica, por supuesto, queda sobradamente ilustrada en la implicación de que algunos países puedan mantener su elevada fracción de emisiones a base de reducir la natalidad en los demás países. Como dice Robert Engelman, autor de un reciente informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), «Existe la percepción de que los países ricos con menores índices de fertilidad están arrojando dudas sobre los países más pobres con elevadas tasas de natalidad, culpándoles por tener demasiados hijos».
El vínculo entre crecimiento de la población y medio ambiente también se ve afectado por el hecho de que los pocos jóvenes de mi familia estadounidense son responsables de emisiones contaminantes superiores a las de muy pocos habitantes de los países en vías de desarrollo. Lo que es aún más importante, existe la idea persistente — fijada por la represiva política de un hijo por pareja que impone China — de que la planificación familiar es «control de la población» impuesto por los gobiernos en contra de los deseos y la voluntad de las familias.
Pero desde la conferencia de población de la ONU en 1994, la política de planificación familiar internacional se ha centrado en permitir que hombres y mujeres tomen sus propias decisiones. Hemos conocido la relación directa entre educación y oportunidades económicas para las mujeres y las familias más pequeñas, más sanas y más adultas.
Resulta que toda sociedad que ofrece un abanico amplio de opciones anticonceptivas e información a las mujeres tiene un índice de natalidad de dos hijos o menos — y esto incluye a los países en vías de desarrollo como Irán o Tailandia. El tamaño medio de una familia hoy se ha reducido de cinco hijos a dos y medio. Pero sigue habiendo cientos de millones de mujeres casadas que no tienen acceso a estos servicios o esta información.
Kathleen Mogelgaard, especialista en población y cambio climático de Population Action International, está segura de que «lo bello de establecer esta conexión es que gran parte de este debate medioambiental está relacionado con decir a la gente lo que no puede hacer. No puede talar bosques ni consumir combustibles fósiles. ?sta es una forma de abordar el desafío dándoles lo que quieren».
En la actualidad hay casi 7.000 millones de personas en el mundo. Los científicos proyectan que hacia 2050 habrá 9.500 millones. En la práctica podrían ser 8.500 millones o 10.500 millones.  Dependiendo de lo que hagamos.
Como dice Thoraya Obaid, del UNFPA, «No hay inversión en desarrollo que cueste tan poco y que acarree beneficios tan enormes y generalizados».
Sigue habiendo gente incómoda con la noción de que pueda haber demasiado de algo bueno: seres humanos. Pero Engelman responde, «Nuestro impacto sobre el planeta es sobrecogedor. Decir que no tiene nada que ver con nuestra cantidad es ridículo».
En Copenhague, la conversación se centra en las soluciones tecnológicas y las renuncias políticas. Las respuestas son redactadas por científicos, gobiernos, meteorólogos y expertos en economía. El silencio en torno a la población se origina en la creencia de que el problema humano es el menos abordable. Pero puede que no lo sea.
¿Qué pasa si podemos aligerar el peso sobre el planeta al tiempo que ampliamos las oportunidades de las mujeres? Ese es el tipo de contrapeso que me va.

Ellen Goodman
© 2009, Washington Post Writers Group
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El caso de Aminatou Haidar está llenando páginas y páginas de periódicos en la prensa extranjera. Si el gobierno de Marruecos quería que pasara sin pena ni gloria, ha fallado en el análisis.

Es muy revelador el artículo que publica en Marruecos el diario Al Massae con la firma de Rachid Niny. Revela, como digo, muy bien la perspectiva desde la que se está enfocando este asunto en ese pais y el por qué no le están dando la importancia adecuada.  Es, sin duda, todo un error de cálculo. Da la sensación de que Marruecos desconoce el funcionamiento de los medios de comunicación modernos y la volatilidad informativa. Parece increible que el Rey de Marruecos no sea consciente de que cada día que pasa, la causa Saharaui gana una creciente visibilidad en el mundo. Sea como fuere el diario Al Massae dice:

«España, que pone al servicio de Aminatou sus periodistas ??independientes?? y sus medios de comunicación que consideran Marruecos como ??fuerza colonialista que debe salir del Sahara occidental??, olvida que es él el verdadero país colonialista que sigue ocupando las ciudades marroquíes Ceuta y Melilla. Si Aminatou ha decidido, con la complicidad clara de los servicios de espionaje españoles y argelinos, organizar esta huelga de hambre en el aeropuerto internacional de Lanzarote para pedir la liberación del Sahara del colonialismo marroquí, Marruecos debe, por su parte, pensar seriamente en la organización de una huelga de hambre colectiva de los marroquíes ante los aeropuertos de Ceuta y Melilla para pedir la recuperación de las dos ciudades usurpadas, y veremos, entonces, si los diputados europeos, los senadores del Congreso y Ban Ki Moon reclamarían a Madrid una solución urgente a este problema y el respeto de la soberanía marroquí?. […]

??El Presidente del Gobierno español se ha convencido de que la obra teatral del aeropuerto de Lanzarote está terminando. Por eso no puede sacrificar los intereses públicos por un individuo. Todos debemos extraer lecciones de este primer acto teatral, porque los siguientes serán indudablemente más trágicos

El artículo pone el foco en dos temas: uno, que a los extemporáneos ojos de Marruecos España tiene difícil defender el Sáhara mientras no hable de Ceuta y Melilla y dos: el temor de ese pais a que el caso Haidar desemboque en una sucesión de huelgas de hambre por el mundo que pongan al Estado contra las cuerdas en diversas materias. Sea como fuere, el análisis demuestra una gran incapacidad para la actuación.

El periódico norteamericano The Washington Post publica un texto de Ciaran Giles (AP) titulado : «El Gobierno español modificará el proyecto de ley del aborto» . La interpretación es similar a la que hacen diversas agencias a pesar de que en esencia el nuevo proyecto de Ley del Aborto es similar al original.

??El Gobierno español ha accedido a modificar su proyecto de ley del aborto de tal modo que ahora se exigirá a las niñas de 16 y 17 años que informen a sus padres si desean interrumpir su embarazo, según informó el jueves un partido de la oposición. La cláusula del proyecto de ley por la que se permitiría a las adolescentes someterse a un aborto sin el consentimiento paterno se ha topado con una gran oposición por parte de los conservadores?.

??La nueva ley permite abortar libremente durante las primeras catorce semanas de gestación, frente a los límites más estrictos actualmente en vigor. De acuerdo con la enmienda, las jóvenes que demuestren que el hecho de tener que informar a sus padres -o a su tutor legal- le ocasionaría graves problemas quedarán exentas de esta obligación?.

Tal y como se observa, el texto es contradictorio. Por una parte indica que se exigirá a las jóvenes a informar  a sus padres, pero por otro lado añade que excepcionalmente podrán alegar que eso ocasionaría «graves problemas» a la estabilidad familiar.

Sin duda que la Ley haya salido adelante es una excelente noticia para las mujeres y para sus derechos, pero esta es una muestra también de la habilidad política de Bibiana Aido.

 

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard yEditor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington.  La tradicional lectura de aceptación del Premio Nobel de la Paz, pronunciada cada año en el modernista ayuntamiento de Oslo, no incluye normalmente palabras como: «Soy responsable del despliegue de miles de jóvenes americanos en batalla en un país distante. Algunos asesinarán. Otros serán asesinados».
El presidente Obama aceptó el Nobel a la pacificación pronunciando una reflexión elocuente y con frecuencia pesimista de la naturaleza y la necesidad del conflicto bélico. Cualquiera que ponga en duda su compromiso con la guerra de Afganistán, que ha escalado con un «incremento ampliado» de 30.000 efectivos estadounidenses nuevos, debería leer la transcripción del discurso de Oslo. Los militaristas que sospechaban — y los pacifistas que esperaban — que Obama fuera un pacifista encubierto verán que aunque no buscó ser un «presidente de guerra», ha aceptado su destino.
Los principales discursos de Obama con frecuencia establecen no sólo la postura que adopta ni la decisión que ha tomado, sino también el proceso mental que le ha llevado ahí. Escuchando su conferencia el jueves, tuve la impresión de estar escuchando argumentos a favor y en contra que podrían haberle pasado por la cabeza durante el largo examen político que condujo al incremento en Afganistán.
Un alto funcionario de la administración, hablando bajo condición de anonimato, me decía esta semana que el día en que Obama tomó la decisión del incremento de efectivos fue el más difícil del Presidente hasta la fecha. Las opciones, según el relato que hace este funcionario, eran malas todas.

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El presidente ha concluido que iniciar una retirada — que es lo que estoy convencido que debería hacer — era demasiado arriesgado, teniendo en cuenta las pruebas de «amenazas reales y graves» para Estados Unidos que aún emanan de la región entre Afganistán y Pakistán. Dejar los niveles de efectivos como están habría perpetuado el inaceptable estatus quo, decidió el presidente, sin tan siquiera una ruta teórica al día en que las fuerzas estadounidenses puedan retirarse con seguridad.
Obama realizó una apuesta doble. Concedió al General Stanley McChrystal la mayoría de las tropas que solicitaba — no sólo un contingente de técnicos con los que intentar poner en forma al ejército afgano, sino también fuerzas de combate para desmantelar y «fragmentar» a la insurgencia talibán. Y fijó la fecha de julio de 2011 para empezar a retirar las tropas, esperando que eso moviera al Presidente afgano Hamid Karzai a adoptar las reformas urgentemente necesarias.
Obama vio este rumbo de acción como el que tiene más posibilidades de crear las condiciones necesarias para traer a casa al mayor número de tropas estadounidenses en la fecha más próxima posible, dijo el alto funcionario. Pero varios funcionarios de la administración han dejado claro en sus comentarios a la prensa que julio de 2011 está pensado para ser el inicio de una retirada, no el final, y que la política de Obama no anticipa la fecha en que el último soldado estadounidense apagará la luz y cerrará la puerta.
En su discurso de Oslo, el presidente hizo una breve historia de la guerra — desde los «albores de la historia» a través de los terribles conflictos del siglo XX pasando por las «guerras dentro de naciones» de la actualidad, en las que «mueren muchos más civiles que soldados, se siembran las semillas de los futuros conflictos, las economías son destruidas, las sociedades civiles hechas pedazos, los refugiados aglomerados y los menores traumatizados».
Su conclusión básica es que la guerra es siempre trágica pero a veces es necesaria: «las negociaciones no pueden convencer a los líderes de al-Qaeda de deponer sus armas». Y mientras que reiteraba su apoyo al multilateralismo, defendía vigorosamente el papel que ha jugado Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial como superpotencia militar, que actúa en «interés ilustrado».
De manera que la cuestión en torno al uso de la fuerza militar no es un si, más bien cómo y cuándo.
Acerca de cómo debe emprenderse la guerra, Obama prometía que Estados Unidos cumplirá religiosamente los estándares de la Convención de Ginebra, que la administración Bush parecía considerar flexibles y desfasados. Me sigue pareciendo increíble que un presidente estadounidense tenga que renunciar expresamente al uso de la tortura, pero es una obligación que Obama heredó.
Acerca de cuándo utilizar la fuerza, Obama no ofreció ningún consuelo a aquellos que puedan sentir «una acusada ambivalencia a propósito de la acción militar hoy, sin importar la causa». El presidente dio una lista de causas potenciales que en la práctica fue bastante completa. Dijo que la guerra puede estar justificada por motivos humanitarios, como en los Balcanes. Mencionó los estados disfuncionales, como Somalia. Habló de las ambiciones nucleares de Irán y Corea del Norte.
Obama concluyó con revitalizantes palabras de esperanza, pero hizo una clara distinción entre el mundo que nos gustaría y el mundo que es. No, desde luego no fue el tipo de discurso de Nobel al que estamos acostumbrados.

Eugene Robinson

Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
© 2009, Washington Post Writers Group
Derechos de Internet para España reservados por radiocable.com

Sección en convenio con el Washington Post

«Sólo usted, en su doble condición de Presidente de Estados Unidos y de Premio Nobel de la Paz, puede intervenir ante el Rey de Marruecos«…

Se lo ha dicho Pilar del Río, la mujer de José Saramago, al presidente Obama para «que no se olvide» de Aminatu Haidar. «Otros solucionarán los problemas políticos, éste es un problema humano que necesita una intervención urgente de carácter humanitario» -ha añadido la periodista y mujer del Nobel.

Pilar del Río se ha manifestado así en una carta enviada a la Casa Blanca donde explica al presidente norteamericano que Haidar lleva en huelga de hambre desde hace días en Lanzarote y sólo «reivindica su derecho a volver a su tierra, con sus hijos y con su madre».
El documento, al que ha tenido acceso Radiocable.com, no ha obtenido contestación por el momento.

Excelentísimo señor Barack Obama .
Presidente de los Estados Unidos . Washington

Señor Presidente,

Dicen que en un lugar principal del Capitolio se exhibe una carta del Rey de Marruecos al Presidente George Washington. En este documento Marruecos reconoce la Independencia de Estados Unidos. Fue el primer país del mundo en hacerlo y desde entonces las relaciones de ambos países han sido de amistad.

Señor Presidente, el día 10 va a recibir el Premio Nobel de la Paz. En esa fecha se conmemora el 61 aniversario de la Declaración de Derechos Humanos, documento que a todos nos obliga y que es imprescindible para el desarrollo justo de las distintas culturas y sociedades.

Por estos tres datos, la amistad con Marruecos, su Premio Nobel de la Paz, la Declaración Universal de Derechos Humanos, me atrevo a sugerirle que no olvide a Aminetu Haidar, una mujer saharaui en huelga de hambre desde hace tres semanas, que reivindica su derecho a volver a su tierra, con sus hijos y con su madre. A Aminetu Haidar la administración marroquí le confiscó el pasaporte a su regreso de un viaje por Estados Unidos y la deportó a Lanzarote, en España, última escala de su viaje de regreso. La señora Haidar es una conocida activista de los Derechos Humanos y de la aplicación de las resoluciones de Naciones Unidas para el Sahara, pero no una delincuente ni una terrorista.

Señor Presidente, la vida de Aminetu Haidar corre serio peligro, pero no nos podemos permitir el lujo de perderla, porque si todas las vidas merecen ser respetadas, hay otras, como la de Rosa Park, como ésta, que dan valor a nuestro tiempo y son nuestras referencias. Sólo usted, en su doble condición de Presidente de Estados Unidos y de Premio Nobel de la Paz, puede intervenir ante el Rey de Marruecos para que la dejen entrar en su tierra y vivir con su familia. Otros solucionarán los problemas políticos, éste es un problema humano que necesita una intervención urgente de carácter humanitario. La que humildemente, como ciudadana común casada con un Premio Nobel, ahora le solicito, antes de que sea demasiado tarde. Que no nos falte vida para arrepentirnos de no haber actuado cuando aún estábamos a tiempo

Un saludo respetuoso, que es, además de un ruego, una felicitación por el Premio que va a recibir y por sus propuestas para mejorar la salud del mundo.

Pilar del Río Saramago

Lanzarote, España, 8 de noviembre de 2009

El británico The Times publica un texto de Carl Mortished que pone el foco en la bajada de  calificación de Standard & Poor??s: ??S&P revisa a la baja las perspectivas españolas? . El anuncio de calificación de esa compañía contrasta con el optimismo de Zapatero, pero vayamos por partes. The Times:

??Standard & Poor??s aseguró ayer que España se enfrentaba a un deterioro más profundo de sus finanzas públicas y a un periodo de debilidad económica más largo de lo que esperaba cuando rebajó su calificación soberana, en enero, de AAA a AA+. Para reducir los desequilibrios fiscales y económicos de España se requieren fuertes acciones políticas que, según S&P, aún no se han materializado. La medida, que afecta a las acciones y los bonos del estado, se suma a los nervios surgidos en los mercados con la rebaja de Fitch, otra agencia crediticia, de la calificación griega a BBB+?.

Otros periódicos como el Financial Times, -que nunca ha sido muy generoso con el gobierno- también escriben sobre esto.

Dice Rajoy que Zapatero hace «autobombo obsceno» cuando habla con optimismo de la economía española, y se apoya en la calificación de S&P de la que habla The Times.

Pues bien, ¿Se apoya Rajoy en la Agencia de ráting que puntuó con su nota máxima a Enron antes de su desplome? ¿se está apoyando Rajoy en la misma Agencia de calificación que puntuó a Lehman Brothers con la nota más alta justo antes de quebrar? ¿En la misma que luego escurrió el bulto asegurando que fue «culpa del creciente temor que ha llevado a una pérdida de confianza«?

Ay, la confianza. La confianza y el optimismo son activos económicos, el pesimismo es garantía de problemas.

Puede que el Presidente del Gobierno sea un optimista patológico, pero Zapatero tiene la obligación moral de ser optimista. Lo digo yo que en otra vida me dediqué al periodismo financiero. En aquella vida tuve que chuparme unas cuantas juntas de accionistas de bancos y nunca escuché allí malas noticias, de la misma manera que los periódicos nunca anuncian en portada la caida de sus ventas o de anunciantes.  Ay, la confianza. Es tan fácil de quebrar desde la oposición… y puede salirnos tan cara.

 

 

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen – Washington post . Siempre leo los nombres. Hay días en los que sólo hay tres o cuatro, otras veces hasta 10 o más. Observo las edades y sus graduaciones, y también cualquier disparidad entre las dos cosas. Imagino un desastre acechando bajo tierra — algún mal momento que terminó en la pérdida de hombres. Los nombres a los que me estoy refiriendo, por supuesto, son los de los caídos en combate.
Hay muy pocos — tan pocos que con los de Irak y Afganistán en total ni siquiera podemos acercarnos a algunas batallas concretas de la Guerra Civil o la Segunda Guerra Mundial, durante la cual más de 19.000 estadounidenses perdieron la vida sólo en la Batalla de las Árdenas. En cuestión de ocho años, alrededor de 5.300 militares estadounidenses de distinta graduación han perdido la vida en las dos guerras que estamos librando ahora mismo, la mayor parte de ellos en Irak. Durante ese período, más de 250.000 estadounidenses se dejaron la vida en accidentes de tráfico.
En su libro «Esta República del sufrimiento», Drew Gilpin Faust escribía acerca de los efectos que las grandes cifras de fallecidos tenían tanto sobre el Norte como sobre el Sur durante y después de la Guerra Civil. Alrededor de 620.000 hombres de ambos bandos murieron en esa guerra — alrededor del 2% de la población estadounidense, equivalente hoy a 6 millones de muertes. La carnicería consternó profundamente a la nación porque alcanzó a todo el mundo.

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La paradoja ahora es que está sucediendo algo parecido — no a causa de demasiadas muertes sino de muy pocas. De los muertos de la Guerra Civil, alrededor de la mitad se quedaron sin identificar — enterrados a menudo a medida que perdían la vida, una capa de cal viva y un agujero como lo que ahora llamamos camposanto. Hoy todos son conocidos. Siempre hay un nombre y una graduación — y una familia y una ciudad natal, y a menudo una fotografía de la cara que puede ser estudiada y escrutada.
El hecho de que los muertos sean relativamente escasos en número hace posible diferenciarlos. Los nombres que leo en la prensa — Gwaltney, Nichols y Taylor hace poco — se pudieron publicar porque sólo había tres. ¿Qué rotativo podría reproducir todos los nombres de los caídos en una batalla de la Guerra Civil, una media de alrededor de 600 al día, o incluso una de las de Vietnam — 26 al día, 182 a la semana? ¿Qué informativo de la televisión podría pasar por el faldón los nombres de cientos de muertos? La brevedad es lo que hace posible el luto.
La capacidad de individualizar — sin más muertos anónimos — ha cambiado sin duda América. Seguimos siendo una nación religiosa pero no como lo fuimos durante la Guerra Civil, cuando el finado intentaba consolarse a través de la certidumbre — es verdad, ¿no? — de que les aguardaba una vida mejor. La religión ha perdido ese aura de misterio. Los sacerdotes tienen menos autoridad. Morirse se ha vuelto más duro.
En contraste, nuestros enemigos encuentran consuelo religioso en sus propias muertes. No es que no den valor a la vida; simplemente es que no dan valor a esta vida.
En Irak nadie sabe la cifra de atentados suicida — miles seguramente. También en Afganistán los atentados suicida son frecuentes. En América no hay realmente nada que se parezca a un terrorista suicida estadounidense. Nosotros no elogiamos al terrorista ni paseamos a sus hijos ante las cámaras de televisión para que los demás niños les envidien por la muerte de un progenitor. Esto nos resulta extraño. Nos escandaliza. Directamente nos repugna.
¿Podemos combatir a un enemigo así? Esta es la pregunta que nadie se hace en todo ese tira y afloja acerca del incremento en Afganistán. Puede que hayamos llegado a querer demasiado la vida. La cuestión en Afganistán no es si vale o no un billón de dólares o varios cientos de vidas estadounidenses más. Es si vale o no una sola vida a más, la que se puede aislar en mapthefallen.org o la que los informativos deciden mostrar o los nombres que pasan en pantalla lentamente, cada uno con una fotografía para que podamos preguntarnos por sus vidas y preocuparnos por el costo de todo.
Esta es la pregunta que tiene que responder Barack Obama. Todos sabemos que los talibanes son asesinos misóginos alineados con al-Qaeda — y todo eso es malo. Pero lo que no sabemos es si algo de todo eso vale la vida que vemos en los informativos de la noche o de la que leemos en la prensa.
Cada día, cuando leo los nombres y hago una pausa para preguntarme por sus vidas, tengo que preguntarme cuándo voy a ser capaz de dejar de leer — cuando no haya más que leer o cuando simplemente haya demasiados.

Richard Cohen
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Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: ??¿Debe intervenir el Rey ante Mohamed VI para facilitar una salida al caso Haidar? La respuesta no es fácil. Lo único seguro es que, paradójicamente, la petición pública de intervención suscrita hoy por un importante número de intelectuales y artistas, hace mas difícil dicha intervención. La capacidad de maniobra se multiplica en la discreción, y se reduce cuando los focos de la opinión pública apuntan a los protagonistas. El menos comprometido es el Rey, que no puede actuar por iniciativa propia, y que sin duda descolgaría el teléfono si el Gobierno se lo pidiera. Pero el Gobierno tiene poco margen para hacer movimientos. Si recurre al Rey será acusado de dos cosas: una, comprometer al monarca en un tema que muchos reprochan al gabinete Zapatero. Y dos, demostrar impotencia e incapacidad, pues se ve en la situación desesperada de recurrir a esa instancia.

Por otra parte, si Haidar muriera y el Gobierno no hubiera jugado la baza real, sería arrollado por las protestas. Así las cosas, los días, las horas e incluso los minutos son relevantes. Es seguro que el Gobierno no va a permitir que la activista muera, aunque le acompañe un fuerte debate de fondo sobre su autoridad para alimentarla a la fuerza, llegado el caso lo hará. Pero, por mucho tiempo que pueda ganarse por ese procedimiento, las salidas, todas las salidas, permanecen atascadas. O eso creemos. Porque hemos de pensar que el Gobierno ve alguna, o tiene confianza en que pase algo que desconocemos. Si no fuera así, si la única razón para no acudir al último recurso que tal vez pudiera significar el Rey es su imagen o el seguro -y desleal- reproche de la oposición, pensamos que debería tragarse ese sapo en nombre de un objetivo superior: la vida de Haidar. Y añadiríamos, su causa, que fue nuestra hasta que la abandonamos.

Ah, y una cosa más. Que don Juan Carlos intervenga no garantiza nada. Por mucho que entre monarcas se de una familiaridad que nuestra pobre mente no acierta a calibrar, el caso Haidar se ha enredado hasta tal punto que el propio Mohamed está atrapado por el patriotismo nacional.

En resumen: 1. Confiamos en el Gobierno, que es quien ha de medir los tiempos. 2. El Gobierno no debe tener escrúpulos en recurrir a quienquiera que pueda ser útil. Por tanto, también el Rey. 3. Mucho nos tememos que, hecha pública la petición de los intelectuales, tal intervención es ahora más difícil que ayer.?

Las aperturas del informativo de Iñaki Gabilondo, cada día

Obama sabía que el premio llegaba con polémica, desde fuera de EEUU y desde dentro de EEUU. Las guerras son inherentes al ser humano: ??Creo que fuerza (militar) puede ser justificada por razones humanitarias.? ….pero también son trágicas, -ha dicho Barack Obama hoy al recibir el premio Nobel de la Paz. Una declaración dual -menos contundente de lo que ha interpretado la prensa española- que no esquiva, ni trata de ignorar la aplastante realidad: EEUU protagoniza dos conflictos militares.

¿Se puede recibir un Nobel de la Paz hablando de la guerra?. Pues no parece lo más adecuado, no. Porque Obama ha dicho algo que muchos piensan pero que un Nobel de la paz no debería decir. Quienes concibieron el premio pensaron que debía ser otorgado a aquellos que dirigieran desmilitarizaciones o el entendimiento entre naciones.

Sin embargo la explicación es sencilla. El de hoy ha sido un discurso en clave interna, dirigido a un país que no perdona las injerencias exteriores.  Decía esta mañana Alana Moceri en la Ser que en EEUU el premio ha sido interpretado como una suerte de presión política, un intento de la vieja europa por condicionar la futura política de Obama. Y es inquietante ver los términos en los que ha sido traducido el premio por los norteamericanos, pero es revelador y explica su forma de entender el mundo.

¿Quiere decir su discurso que se deben retirar todas las esperanzas depositadas en el Presidente que devolvió la ilusión por la política? Pues tampoco. Obama es un experto en  dialéctica interna, en contentar a todos semánticamente. Y algunas de sus medidas han sido indiscublemente valientes :

Obama firmó una orden que invalidaba todas las instrucciones impartidas por Bush en relación con el uso de la tortura, las escuchas ilegales y otras medidas de dudosa legalidad puestas en marcha durante la guerra contra el terrorismo. En su histórica visita a Egipto, el presidente estadounidense estrechó lazos con el Islam. Poco después anunció que EE UU abandonaba el proyecto de escudo antimisiles ,pidió a los líderes mundiales trabajar por intereses comunes, ha intentado reabrir el diálogo en Oriente Próximo, ha conseguido compromisos en la lucha contra el cambio climático

En ese contexto es fácil de entender el discurso de Obama. Incluso ha dicho que hay candidatos «más cualificados» para el Nobel de la Paz. Y no le falta razón, los hay porque siempre hay candidatos mejores para todo.  Sin embargo la historia le ha reservado un papel, y aunque sea verdad que Europa esté tratando de empujarle a interpretarlo es, hoy, su papel. De todos, opinión pública incluida, depende que poco a poco sienta la necesidad de hablar de paz, aunque haya quien le insista en que lo de verdad hay que hacer es hablar de la guerra.