«Para que queden las cosas claras, señora ministro, a juicio del Grupo Parlamentario Socialista, la capacidad de intervenir sobre le opinión y la información en la red -fíjese bien que le digo la opinión y la información en la red, no estoy hablando de las transacciones económicas- esa capacidad para intervenir de acuerdo con nuestra Constitución sólo corresponde a la autoridad judicial, y eso tiene que quedar extraordinariamente claro.»

Alfredo Pérez Rubalcaba, 2002

11 de abril de 2002
Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados, Sesión plenaria núm. 146, celebrada el jueves,

[via Bufetalmeida]

Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: ??El director ejecutivo de Greenpeace España, Juan López de Uralde, sigue en la cárcel danesa de Vestre Faengsel. Y allí habrá de estar hasta el día siete de enero, por lo menos y en regimen de aislamiento. Como saben, el pasado jueves, cuando se entraba en la recta final de la cumbre de Copenhague sobre el cambio climático, se coló en la cena oficial ofrecida por la Reina Margarita de Dinamarca. Y ya dentro, desplegó una pancarta en la que se leía: «los políticos hablan, los líderes actúan».

Ese fue el delito por el que López Uralde podría ser condenado a seis años de cárcel. La justicia danesa quiere mostrar ahora la meticulosidad que no acreditaron los organizadores del evento, donde todo fue caótico. Por lo demás, la protesta pacífica transmitía un mensaje que el jueves pasado era un deseo, «los políticos hablan, los líderes actúan», una incitación a no quedarse en las meras palabras. Pero que hoy resulta el más preciso resumen de lo que allí ocurrió.

Estados Unidos y China actuaron, solo que sus cuentas no son las del planeta sino las de los Estados Unidos y China. Los demás, hablaron y regresaron a sus casas, con la frente marchita y el rabo entre las piernas. Europa, principalmente.

Que López Uralde esté en la cárcel, incomunicado, y que pueda permanecer así durante 21 días, y que arriesgue una condena de seis años es la última vergüenza de la cumbre de Copenhague.

Y no digamos el caso de María José Carrascosa, la española encarcelada en Estados Unidos desde hace tres años por la disputa sobre la custodia de su hija. Su condena a catorce años de prisión, conocida hoy, es de pesadilla. Y solo se puede entender desde la letra de la ley, que es por donde muy a menudo se evapora la justicia, y por el nacionalismo, que en los Estados Unidos tiene mucho músculo. Por lo que vemos, en todas partes se usa el mismo embudo: con la letra de la ley se caza al débil, con la letra de la ley se escurre el fuerte.?

Las aperturas del informativo de Iñaki Gabilondo, cada día

NiconNH3 en su blog:

en lugar de ir contra el supuesto delincuente, van a por el cooperador del delito. En lugar de ir a por Hades, intentan destruir a Hermes, el mensajero.

Porque existe un OLIMPO llamado MEGAUPLOAD, RAPIDSHARE y GIGASIZE al que nadie se atreve a tocar. El primero tiene sus máquinas en Hong Kong, el segundo en BahamasCanadá. ¿No me siguen? Sencillo. ¿Se imaginan la maquinaria judicial que hay que montar para comunicar a una empresa que está supuestamente albergando contenidos protegidos para que los retire de sus máquinas alojadas físicamente en esos países?

En efecto. Se persigue a la parte menos culpable.

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson- Washington. Según la nueva normativa impuesta por los rigores del atentado terrorista frustrado del día de Navidad, el pasaje de las aerolíneas que entre en Estados Unidos procedente de 14 países será objeto de atención especial: Afganistán, Argelia, Cuba, Irán, Irak, el Líbano, Libia, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Somalia, Sudán, Siria y Yemen. Como primera adivinanza de la nueva década, ¿qué país no encaja entre los demás?

La respuesta obvia es Cuba, que supone una amenaza terrorista que puede situarse con precisión en nula. Cuba no es un estado disfuncional en el que franjas de su territorio soberano estén más allá del control del gobierno, sino que es una de las sociedades más estrechamente controladas del mundo, un lugar en el que la idea de que un particular pueda poner sus manos sobre explosivos plásticos o armamento terrorista de cualquier tipo es simplemente ridícula.

No existen antecedentes de islam radical en Cuba. De hecho, apenas hay antecedentes de islam en absoluto. Con su veterana paranoia con la seguridad interna y su compleja red de espías y soplones del gobierno, la isla nación tendría que ser uno de los últimos lugares del planeta en donde al-Qaida trataría de establecer una célula, y mucho menos planificar y lanzar un ataque . Sin embargo, Cuba está en la lista porque el Departamento de Estado aún considera que – junto a Irán, Siria y Sudán – es un estado patrocinador del terrorismo.

¿En serio? ¿A pesar del hecho de que la Sección de Intereses en La Habana fue uno de los pocos destinos diplomáticos americanos del mundo en operar con normalidad, sin endurecimiento aparente de la seguridad, tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001?

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La administración Obama ha hecho muchos movimientos admirables por alinear la política exterior norteamericana con la realidad objetiva. Pero el progreso hacia una relación con Cuba basada en los hechos ha sido provisional y vacilante, en el mejor de los casos. Las medidas evidentes que sólo puede favorecer a los intereses estadounidenses – y, en el proceso, casi seguro hacer de Cuba una sociedad más abierta – siguen sin adoptarse.

El mes pasado, el corresponsal del New York Times Tim Golden y yo fuimos anfitriones de un almuerzo – y mini-concierto – en Washington con Carlos Varela, un cantautor que a menudo se considera el Bob Dylan de Cuba. El acto, patrocinado por la Iniciativa Política Estados Unidos-Cuba de la New America Foundation y el Centro para la Democracia en las Américas, fue notable por el hecho de que pudiera celebrarse: el único viaje anterior de Varela a los Estados Unidos tuvo lugar en 1998. Quería venir de nuevo en 2004, pero el gobierno le negó la entrada.

La administración de George W. Bush adoptó una política dura de negar visados a la mayoría de los artistas cubanos, entre ellos algunos que trataban de entrar porque habían sido nominados a los premios Grammy. El hecho de que Varela obtuviera el visado esta vez es indicativo de un deshielo parcial, pero aún no ha tenido lugar un retorno integral al estatus quo pre-Bush, cuando la cuestión que preocupaba a los músicos cubanos era si el gobierno de Castro les permitiría salir, no si el gobierno estadounidense les dejaría entrar.

En mayo, la administración Obama negó el visado al famoso cantante de folk cubano Silvio Rodríguez, que esperaba tocar en un concierto en Nueva York para conmemorar el 90 aniversario del legendario Pete Seeger. Supongo que es posible establecer una diferencia – Rodríguez es conocido como un verdadero creyente del sistema comunista que instauró Fidel Castro, mientras que Varela, sin criticar explícitamente al régimen, utiliza matices y la metáfora para cuestionar al gobierno y expresar la impaciencia de la juventud cubana . ¿Pero desde cuándo Estados Unidos teme la exposición a una ideología de la competencia?

La administración Obama ha avanzado lentamente en la dirección correcta. El abril pasado, el presidente levantó las restricciones a la frecuencia con la que los cubano-americanos pueden visitar a sus familiares en la isla y la cantidad de dinero que pueden enviar a los miembros de la familia. Básicamente inmutables, sin embargo, permanecen los principales pilares de medio siglo de política fracasada hacia Cuba: la prohibición que en la práctica impide viajar a Cuba a todos los demás estadounidenses, y el embargo comercial que prohíbe a las compañías norteamericanas hacer negocios allí.

Por supuesto, el presidente ya tiene bastante. Puede ser reacio a introducir otra variable. No es difícil imaginar que un senador o un grupo de miembros de la Cámara se valgan de, por ejemplo, la reforma sanitaria para influenciar la política hacia Cuba.

Pero es difícil para mí creer que Obama no ve lo demencial que llega a ser realmente nuestra actual política. Tiene que cambiar – y puede empezar por dejar de simular que buscar terroristas de Al Qaeda en vuelos procedentes de Cuba no es sino una gran pérdida de tiempo.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen – Washington. El mes pasado, ningún soldado estadounidense perdió la vida en Irak. El mes pasado, el índice de desempleo bajó un poco, la Bolsa finalizó el año con avances, el sistema financiero no se vino abajo, los tres grandes fabricantes de automóviles empezaron a registrar actividad – y sin embargo empezó a formarse un consenso en torno a que Barack Obama, que o bien es responsable o simplemente era presidente durante todas estas buenas noticias, es un fracaso.

Es más, el consenso tiene el respaldo de las estadísticas. Las encuestas, según Rasmussen Reports, sitúan la popularidad del presidente cediendo dos enteros en diciembre al tiempo que la desaprobación de su labor subió un punto. Obama comenzó 2009 con el sólido apoyo del 43 por ciento de los estadounidenses a su labor y lo termina con el 26 por ciento opinando de esa forma. Si miren las encuestas por donde se miren, no fue un buen año para Obama.

Desde la izquierda, el presidente se está viendo castigado por una legislación sanitaria que no incluye una opción pública y que no ha enviado a Guantánamo a los ejecutivos de las aseguradoras. Desde la derecha, se le ataca por socializar la economía, crear tribunales de eutanasia y tolerar que nigerianos dementes se metan explosivos en sus gayumbos y embarquen con destino al pacífico Detroit. Es una caricatura.

En política exterior, Obama ha decepcionado rotundamente a sus fans entre la izquierda por la escalada de la guerra en Afganistán, y entre la derecha por no escalar lo suficiente. Guantánamo, que él se comprometió a clausurar, sigue abierto. Apoya los derechos de los homosexuales, pero no va a hacer preguntas sobre la política que impide al ejército preguntar por la orientación sexual. Va de un lado a otro. ¡Cambio! ¡Esperanza! Pero no mucho de lo primero y poco de esto último.

Para algunos, es débil con el medio ambiente. Para otros, es demasiado radical con el medio ambiente. Se camufla en lo incomprensible, sin dejar rastro (contaminante) y arremetiendo quijotescamente contra generadores eólicos. Cede demasiado a nuestros aliados, invita cuando debería presionar y no ha llevado paz a Oriente Medio – como, recordará, hizo George W. Bush.

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Gran parte de esta crítica es estúpida. Si el Partido Republicano se saliera con la suya – y Dios sabe que no es así – el país habría vuelto ya al trueque y el paro rondaría el 25 por ciento. El programa económico del Partido Republicano simplemente no existe, y hasta Bush lo sabía. Cuando llegó el momento de dar la cara, tiró por la borda su ideología y usó dinero público para rescatar a las instituciones financieras.

Sin embargo, la razón de que las críticas del Partido Republicano hayan comenzado a calar es que se pueden convertir en lo que quieran los críticos. Es un hombre delgado de arcilla ideológica que ha dejado que los demás moldeen su imagen. Su objetivo cambia constantemente. No es que no sea bueno ni inteligente, es más bien que en un universo político gobernado por predicadores ideológicos, él carece tanto de ideología como de convicción.

La Casa Blanca se enfrenta a un problema político importante. El primer año de Obama no es malo – y sin embargo, ha sufrido fuertes pérdidas. El año que viene amenaza con ser mucho peor. Los muertos van a aumentar en Afganistán. El desempleo podría descontrolarse del todo. La deuda va a aumentar, y en todo el país los gobiernos estatales y municipales van a quebrar y pedir ayuda a Washington. El país se va a agitar y el Señor Templado de la Casa Blanca no encaja en charlas junto a la chimenea como hacía Franklin Delano Roosevelt. ?l nació para bloguear.

A los periodistas les gusta creer que si están recibiendo críticas desde ambas partes de una noticia, es que deben de estar haciendo algo bien. Esto no es cierto en el caso de los periodistas – que en realidad pueden haber entendido al revés la noticia – y desde luego no es cierto en el caso de los políticos. En el caso de Obama, su desgracia es ser un líder sin causa.

Quería un proyecto de reforma sanitaria. ¿Por qué? Para cubrir el descubierto. Quizás. Para controlar a las compañías de seguros. Quizás. Para reducir el gasto. Quizás. Lo que más importaba era conseguir un proyecto de ley, cualquier proyecto de ley. Esto no es una causa. Es una marca en una lista de puntos de una agenda.

Obama podría ser un gran presidente. Ya ha logrado mucho – posiblemente salvar al país de la ruina financiera, salvar la industria del automóvil y conseguir algún tipo de reforma sanitaria. Posiblemente, posiblemente. Sin embargo, su popularidad se hunde al mismo ritmo que crecen sus logros. Es el Johnny Appleseed de la disonancia cognitiva, tan totalmente desvinculado de la realidad que cuando sale ganando, parece que es el único que se entera. Los encuestadores miden su popularidad pero los poetas le han descrito. William Butler Yeats lo pilló hace años: «Los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad».

Richard Cohen
© 2009, Washington Post Writers Group
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Sección en convenio con el Washington Post

Desgraciadamente, a pesar de las protesta ciudadana, el gobierno sigue sin abordar el verdadero debate: ¿la cultura defendida por un gobierno socialista debe ser pública o privatizada?, ¿la Propiedad Intelectual -tan profundamente transformada por la red- debe ser protegida de esta anacrónica forma? ¿Por qué se permite que los lobbies, -nacionales e internacionales- estén haciéndose con el control político dictando leyes a su antojo?.

La Disposición aprobada hoy no es una buena noticia. La única noticia buena habría sido la de su retirada. Pero voy a ser algo cauto porque todos hablamos de oidas ya que no se conoce aún el texto definitivo aprobado por el Consejo de Ministros -un buen momento para volver a recordar que queremos transparencia y la documentación publicada en Internet-. Aunque hay algunas valoraciones que se pueden deducir de las palabras del Ministro de Justicia:

Del primer borrador de la Ley Sinde en el que un grupo de industriales podía cerrar a dedo toda suerte de webs, hemos pasado a un procedimiento judicial urgente. Algo hemos mejorado y desde luego ha sido gracias a la movilización en la red. Existirá un tiempo para las alegaciones, aunque no será en el proceso en sí sino en los 4 primeros días previos a las medidas cautelares. Tras esos 4 días el juez podrá bloquear la web sin garantizar que dos años después resulte una decisión equivocada. No entrará en el fondo, sino que se limitará a confirmar que no se conculca ningún derecho fundamental, aunque por lo menos tendremos a un juez de por medio y no a Paloma San Basilio.

Será, además, en la Audiencia Nacional, lo que obligará a desplazarse a Madrid de forma urgente a los afectados y filosóficamente equiparará el delito de las descargas al terrorismo o al narcotráfico. A juicio del abogado Sevach que se haga en la AN, «otorga un estatuto y rango privilegiado a tales cuestiones, además de una inadmisible desconfianza en los órganos jurisdiccionales eriféricos, Juzgados o Salas de los Tribunales Superiores de Justicia»

«Juicios rápidos para internet, lástima que la justicia no sea igual de rápida para otros ámbitos de la sociedad» -ha dicho con mucha razón Javier Casal hoy en Hora 25.

En definitiva, la ley sigue produciendo en este punto un alto grado de inseguridad jurídica y sigue dejando abierta la puerta a que cualquier página se pueda cerrar, sin garantías sólidas para la defensa.  Puede que eso cambie durante la tramitación, -pues en efecto de la Ley Sinde hasta aquí hay un espacio recorrido y hay voces en el PSOE tratando de afinar esas garantías- aunque como decía al principio es una desgracia que no se esté abordando este debate con la profundidad real que requiere.

Quizá yo sea demasiado jóven. Así que de acuerdo. Aceptaré la mayor unos segundos. Resulta que la cultura es un sector industrial. Pues bien tratémosle como a otro sector Industrial: González Sinde, por tanto, no está legitimada para ser Ministra en tanto que forma parte interesada del lobbie industrial. Sería como nombrar Ministro de Energía a un ejecutivo de Repsol. Algo poco aceptable para un gobierno socialista. La Ministra debe abandonar su cargo, como primera medida…del resto hablaremos durante la tramitación de la Ley.

La Vicepresidenta del Gobierno y el Ministro de Justicia han comparecido hoy tras el Consejo de Ministros para dar cuenta, entre otras cosas, del sistema de bloqueo de páginas web que está impulsando el Ministerio de Cultura. En palabras del propio Ministro «Los cambios que se han introducido exigen Ley». Por tanto no irán en un Reglamento como apuntó EL PAIS. Esta era una de las principales exigencias de los internautas -aunque no la única-.

«Se atribuirá a la Audiencia Nacional y en particular a los juzgados centrales de lo Contencioso Administrativo y serán estos jueces y de ahí la Reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial,  quienes autoricen con carácter previo esa posibilidad»

«Se mantiene la Comisión de propiedad Intelectual, que recibirá las quejas de los ciudadanos e investigará si existen actos lesivos. Lo pondrá en conocimiento del titular de la página, y si no adoptase medidas lo pondría en conocimiento del juez para que autorice el bloqueo de la misma» » Será necesario siempre autorización judicial previa» -ha dicho Caamaño

[AQUI TODA LA INFORMACION SOBRE LA REVUELTA DE INTERNET]

 

 

Hablábamos ayer con Juantxo López de Uralde sobre el enorme poder que está administrando la ciudadanía sin saberlo del todo. Internet permite la movilización de forma rápida y eficaz y por tanto se convierte en una indiscutible herramienta de presión sobre los medios de comunicación y la política.

Cuentan en Greenpeace que las diferentes oficinas internacionales hablan con admiración de la gran movilización que se ha producido en la internet española.  Facebook, menéame, twitter, tuenti y Kedin, han sido determinantes en la liberación de Juantxo y sus compañeros. Cada mensaje de apoyo enviado por los miles de improvisados ciberactivistas voluntarios ha sido capital para el desenlace. No han sido solo ellos, lógicamente. Greenpeace es una organización que conoce bien el poder de la ciudadanía y la gestiona con gran habilidad, de la misma manera que maneja los tiempos, su presencia en la prensa, y sus acciones con una precisión fuera de toda discusión. Pero la red ha vuelto a demostrar que los ciudadanos operan el poder de la discrepancia de forma individual y con exigencia.

Las redes sociales han sido catalizadoras de la opinión pública, con iniciativa propia, y Greenpeace ha aplaudido de forma incluyente todo lo que sucedía en Internet, incluso fuera de su propia organización. Hoy los ciudadanos se anticipan a las peticiones de ayuda, abriendo un nuevo espacio de proximidad con las ongs que es francamente interesante. El resultado ha irrumpido con fuerza contra la diplomacia y la política danesa que se ha visto desbordada por la presión ciudadana, mediática, por las miles de cartas, apoyos en la red y por los miles de emails.

Internet es un arma para la sociedad, para el consumidor y para la ciudadanía. Si la gente toma conciencia de su fuerza no habrá causa inalcanzable, por compleja que parezca.