E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington - Barack Obama no se propuso ser un «presidente de guerra», pero eso es lo que la historia le obliga a ser. La nación y el mundo tienen la suerte de que carece de la mentalidad imprudente de gatillo fácil de George W. Bush. Pero Afganistán no plantea el tipo de «opciones falsas» que Obama rechaza habitualmente por naturaleza. Las opciones son reales y terribles, y no hay reformulación o elaboración que vaya a hacer que desaparezcan.

Los trágicos acontecimientos del lunes – 14 soldados estadounidenses perdieron la vida en accidentes de helicóptero en Afganistán — nos recuerdan las decisiones a las que se enfrenta Obama. Al menos, parece reconocer que no puede dejar la situación a la deriva simplemente.

Pero parece como si Obama tendiera a decepcionar a halcones y palomas a la vez — y sí, soy consciente de estar utilizando el lenguaje de la época de Vietnam. El debate a cuenta de si nos marchamos o nos quedamos está destinado a volverse más apasionado y crudo a medida que las bajas estadounidenses crezcan.

Una persona que no merece voz en ese debate es Dick Cheney, que ayudó a meternos en este atolladero. Al pasar de Afganistán antes de tiempo a lanzar una invasión improvisada, innecesaria y desafortunada de Irak, Bush y Cheney lograron convertir una guerra que estábamos ganando en dos que estamos a punto de perder.

Que Cheney acuse a Obama de «vacilar» en la decisión de enviar o no más tropas a Afganistán cuando él y Bush ignoraron la petición de efectivos de los mandos estadounidenses a lo largo de la mayor parte del año es obsceno. Que Cheney se queje de que Obama tendría que aceptar simplemente el análisis exhaustivo de la situación en Afganistán llevado a cabo por la administración Bush en lugar de llevar a cabo su propio análisis es una broma de mal gusto.

Dicho esto, Afganistán es la guerra de Obama ya. Y sus éxitos considerables en la implantación de su agenda nacional ambiciosa no le sirven para proceder.

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Su método básico ha sido el de evitar trazar límites claros entre posiciones mutuamente excluyentes. Busca formas de enmarcar asuntos para que lo que antes era un postulado con dos opciones se pueda transformar en un escenario con las dos. En la sanidad, por ejemplo, se dedicó a proporcionar a la vez sanidad universal y control del gasto a largo plazo. La legislación que ahora parece probable que surja no hace ninguna de las dos cosas, sino un poco de cada una — y al dirimir las diferencias, Obama ha conseguido acercarnos de manera significativa, aunque imperfecta, a la reforma sanitaria mucho más de lo que hemos llegado nunca.

Pero las decisiones presentadas por Afganistán son realmente excluyentes. Obama puede decidir abordar una estrategia de contrainsurgencia o una estrategia de contraterrorismo. Puede hacer una cosa o puede hacer otra ?? las dos no. Si elige la contrainsurgencia, tendrá que enviar tropas suficientes para hacer que la estrategia funcione. Si no quiere enviar todas esas tropas tiene que optar por el contraterrorismo o hacer otra cosa.

El General Stanley McChrystal, el mando estadounidense en Afganistán que ha diseñado la estrategia de contrainsurgencia, solicita al parecer 40.000 efectivos adicionales. Obama tiene razón al examinar el cálculo del General, pero no tendría sentido intentar seguir la vía intermedia y aprobar, digamos, un incremento de 20.000. Eso sólo pondría a más estadounidenses en peligro, sin dar a McChrystal los recursos que dice necesitar. Este juego lleva ocho años desarrollándose. Es hora de emplearse o retirarse.

Obama ha pedido a los miembros de su equipo de seguridad nacional que lean «Lecciones del desastre,» de Gordon Goldstein. El libro trata de McGeorge Bundy, uno de los arquitectos de la Guerra de Vietnam, y su lamento final al haber ayudado a arrastrar a la nación a una guerra cara imposible de ganar. No está claro, sin embargo, si Obama está dispuesto a prestar atención a la lección central del libro.

En este momento, Obama está en la coyuntura clave: dentro o fuera. Si ratifica la estrategia de contrainsurgencia y aprueba un aumento de tropas, estará comprometiendo a Estados Unidos a ver el proyecto hasta su final. Los asesores dicen que los objetivos del presidente de «arreglar» Afganistán son realistas, aunque modestos. Para mí, sin embargo, toda la empresa parece poco realista y poco modesta.

Invadimos Afganistán para garantizar que el país no podía volver a ser utilizado nunca para lanzar ataques contra Estados Unidos. Esa misión se logró, y nuestro único objetivo debe ser garantizar que sigue logrado — tanto si el lugar está gobernado por Hamid Karzai o por los Talibanes. La campaña de contrainsurgencia que Obama está contemplando parece un paso por el terreno más delicado imaginable. No importa si la medida es provisional o drástica.

A veces un «presidente de guerra» tiene que decidir empezar a traer las tropas a casa. Eso es lo que Obama debe hacer.

Eugene Robinson
© 2009, Washington Post Writers Group

Premio Pulitzer 2009 al comentario político.

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Cartel colocado por el Equipo de Gobierno del Partido Popular de Librilla en la entrada del municipio desde 2003 :

 

 

Lo mejor de todo es que el Alcalde y el Concejal de Urbanismo están imputados en delitos de corrupción urbanística a espera de juicio. Uno de los que destapó la trama dijo:

«que el alcalde de la localidad, así como el teniente de alcalde y concejal de Urbanismo le exigían comisiones «de 60.000 euros» para seguir recibiendo un trato de favor»…

 Pues eso…solicite usted información previa.

 

 

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen – Washington. Hace años, me compré un ejemplar de la revista Time – el número con el Hombre del Año 1965 en la portada. Lo metí dentro de un viejo marco y lo puse a la vista para recordarme tanto la falibilidad de los hombres como, e incluso, la de la revista Time. Era la foto del General William C. Westmoreland. ?l fue el General Stanley McChrystal de Vietnam.Westmoreland fue un total fracaso y no pretendo sugerir que McChrystal sea lo mismo. Pero cuando por aquel entonces la imagen de mandíbula cuadrada de Westmoreland aparecía en la portada de Time, era visto como una especie de salvador — el hombre que iba a sacar a América del pantano de Vietnam. Cuando se dirigió al Congreso en 1967, su discurso fue interrumpido en 19 ocasiones por los aplausos. Poco más de un año más tarde, era historia — reemplazado por el General Creighton Abrams, quien, se nos cuenta en «Una guerra mejor,» de Lewis Sorley, podría haber ganado si se le hubiera dado oportunidad.

No estoy más familiarizado con McChrystal de lo que lo estuve con Westmoreland. Sé, sin embargo, que de vez en cuando los medios se deshacen por un soldado, sobre todo si es guapo (Westy tenía un aire de estrella), y McChrystal – tan esbelto, aunque no tan hambriento, como el ambicioso Casio – se ajusta al molde. Al igual que el otro militar famoso, David Petraeus, McChrystal es una entusiasta de la buena forma, el tipo de hombre disciplinado al que los menos disciplinados admiran por la sensación de inquietud y de insuficiencia. La disciplina y la dedicación no deben ser menospreciadas. Aún así, no me puedo imaginar al General Dwight Eisenhower apagando su cigarrillo y echando una carrera — a menos que Mamie le persiguiera con un cuchillo.

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La otra cosa que conozco acerca de los Generales es que no piden menos — menos equipo o menos efectivos. Piden más, como Westmoreland en Vietnam antes de que la realidad – también conocida como política nacional ?? obligara a Lyndon Johnson a ponerle coto. Si Sorley tiene razón con Abrams, la guerra se podría haber ganado con menos hombres. Resultó que Vietnam del Sur fue finalmente derrotado porque el Congreso le dio la espalda — no agradable ni necesariamente honorable, pero eficaz.

?sta es la razón de que la petición de McChrystal de 40.000 efectivos adicionales en Afganistán no debería ser entendida como una especie de panacea. Estas peticiones son un punto de partida, un lugar donde iniciar el debate. Aquellos cuyo grito de batalla es «Hay que dar a los Generales lo que pidan» dicen realmente ??Hay que dar a los Generales lo que quieran» – lo que no es legislación responsable. El prolongado examen de todas las opciones por parte del Presidente Obama es exactamente el enfoque adecuado. Hemos ido a la guerra a toda prisa con demasiada frecuencia en los últimos tiempos.

Cualquiera que sea lo que decida Obama con respecto a los niveles de tropas tendrá que acompañarse del despliegue decidido y constante de la postura de la administración. Tal como están las cosas, Obama tendrá que pisar con los cinco sentidos por el balcón de la segunda planta de la Casa Blanca, ya que fue el valiente Harry quien encontrándose en una posición similar decidió librar una guerra impopular en Corea. La historia nos dice que hizo lo correcto, pero ello ayudó a debilitarle tanto que no se presentó a la reelección. No fue casual que Eisenhower, el candidato presidencial Republicano, prometiera que si ganaba «Iré a Corea». Ganó, y fue.

Ahora ya Obama está pagando un precio por Afganistán. En abril, la opinión pública le daba un margen de aprobación del 63% en Afganistán; ahora está por debajo del 45%. Hasta ahora, la erosión del apoyo a su política en Afganistán se ha debido a los Republicanos. Esto era de esperar. Pero si el presidente realmente escala la guerra, es su electorado Demócrata el que se va rasgar sus vestiduras. En una reciente encuesta Washington Post-ABC News, apenas la tercera parte de los Demócratas era partidario de enviar 40.000 tropas adicionales, con el 61% en contra — el 51% de manera firme. La revista The Nation, una voz de la izquierda con solera, llama en su último número a Obama a «empezar a planear una estrategia de salida responsable». En realidad, está siguiendo una estrategia de entrada el responsable.

Esa portada de Time en 1965 tendría que estar colgada en la sala de estrategia de la Casa Blanca. Nos recuerda la época en que un presidente siguió a pies juntillas a un General muy admirado hasta la ruina política y, parece hoy, la pérdida innecesaria de vidas. McChrystal no lleva cuatro estrellas por nada. Pero bajo todo ese brillo, sigue siendo un hombre – falible y además a las órdenes de otro que no lleva ninguna.

Richard Cohen
© 2009, Washington Post Writers Group

 

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Carles Campuzano es desde 1996 diputado de CIU en el Congreso de los Diputados. Campuzano nos cuenta, entre otras cosas, lo que ha hecho las últimas 24 horas: ha estado en un Pleno del Congreso, ha presentado un libro, ha acompañado a Artur Mas a visitar la SEAT, ha dado una rueda de prensa, ha ultimado los detalles de una ley que se va a aprobar… Hoy, por fin, duerme en casa.

El periódico británico The Economist publica un texto titulado así y que se apoya con : ??Alarmantes asuntos para el partido de la oposición y la política española?. Según The Economist, «la red de amistados y clientes» «para inmensa vergüenza de un partido que aspira a gobernar, incluye a todos, desde un ex tesorero del partido al yerno del ex presidente del Gobierno José María Aznar»… El texto aclara, sin embargo, que Agag no está bajo investigación:

??Los documentos revelados por un tribunal español señalan que, para Francisco Correa, empresario español, el soborno, el fraude y el blanqueo de dinero formaba parte de su modo de hacer negocios. Esos mismos documentos han destapado también la tapa de la amplia red de amistados y clientes de Correa en el seno del partido español de la oposición Partido Popular. Para inmensa vergüenza de un partido que aspira a gobernar, incluye a todos, desde un ex tesorero del partido al yerno del ex presidente del Gobierno José María Aznar?.

??Antes incluso de esta disputa, Rajoy ya tenía problemas para controlar su partido. Y no inspira a los españoles, que le ven indeciso y lento en purgar al partido de sus miembros corruptos. Todo eso amenaza con destruir la ventaja que saca a los socialistas dirigidos por el presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Estando la recesión empujando al paro hacia el 18% y Zapatero intentando aumentar los impuestos, el PP tenía cinco puntos porcentuales en los sondeos de opinión. Ahora Zapatero, cuyo Gobierno minoritario tuvo que asegurarse respaldos parlamentarios para la aprobación del Presupuesto del próximo año, está reduciendo la ventaja?.

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Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Rajoy ha despedido fulminantemente a Ricardo Costa. Le ha suspendido de militancia porque Costa había pedido a la dirección de su partido que aclarara su situación y decía hacerlo -literalmente- en su calidad de Secretario General. Siendo así que ya no lo era, Génova lo ha considerado un desafío intolerable. Y a casa, sin reunir siquiera al Comité de derechos y garantías. Con la máxima contundencia. Ahora bien, el problema de la autoridad es que desconcierta cuando se ejerce espasmódicamente, es decir, ahora sí pero ahora no, con éste sí pero con éste no. Y el gesto de autoridad, que siempre es un mensaje, no transmite claridad sino confusión.

El comunicado que informe de la suspensión de Costa recuerda «la obligación de los militantes de abstenerse de hacer declaraciones que puedan perjudicar la disciplina interna del partido». Texto que parecería redactado para condenar a Cobo, pero a Cobo no le ha ocurrido nada, al menos por ahora.

Sin prisa alguna, ha sido llamado a explicarse el próximo día cuatro. De forma que el golpe de autoridad de Rajoy, no cierra nada sino que abre otras preguntas. ¿Por qué se atreve con Costa y no se atreve con Cobo? Costa es a Camps lo que Cobo a Gallardón. ¿Es que Camps ya no es un puntal mientras que Gallardón sí que lo es? Aunque, en el caso de Madrid, lo que básicamente protege a Cobo no es Gallardón sino el desplante de Esperanza Aguirre, ante el que Rajoy no quiere recular.

Aguirre exige la sanción a Cobo como gesto previo a cualquier discusión sobre la presidencia de la caja, pero la presidencia de la caja ha dejado de ser el problema. Rato, pues Rato. Y, por distintos vericuetos, todos han llegado al acuerdo. La línea de fuego está en el ??rentoy?, el desplante, la condición previa. Con la presión añadida de los ??aguirristas? movilizados en todos los pueblos de Madrid. Y Rajoy ha decidido aguantar el pulso. Esta vez sí.

Seguramente quedó escarmentado cuando, tras la derrota electoral, Aguirre lo quiso sacar de la pista con la ayuda de Jiménez Losantos y Pedro J. Entonces le salvó Camps. Ahora, segundo asalto, Rajoy parece dispuesto a defenderse a mordiscos. Pronóstico: llegaran a un apaño pero ellos sabrán, y sabremos todos, que un día se celebrará un tercer asalto y que será el definitivo.»

Las aperturas del informativo de Iñaki Gabilondo, cada día

La batalla sigue. Ricardo Costa, que todavía hoy se definía como secretario General del PP de Valencia, ha sido suspendido «cautelarmente» de militancia por su actitud… A la dirección nacional no le ha gustado que Costa saliera esta mañana diciendo que sigue siendo secretario General «tal y como lo demuestran las actas del último Comité Federal». El afectado se ha enterado por la prensa.

«Rajoy no sabe vender ni si quiera los éxitos. En la disputa con Camps ganó Rajoy, aunque la sensación fue otra… De todos modos, no hay que olvidar que en el PP de Valencia no hay imputados por la trama Gürtel y en el PP de Madrid, sí. El problema estuvo en negar desde un principio que al presidente valenciano le habían regalado unos trajes», nos contaba la semana pasada un antiguo hombre de confianza de Aznar.

La decisión tomada por Génova, tras las declaraciones de Costa de esta mañana, no le han gustado a su hermano. Al ex ministro y diputado en el Congreso, Juan Costa, sobre el que se especuló que presentaría batalla a Rajoy en el Congreso de Valencia, le ha «sorprendido la decisión y ha considerado que «hay cosas que en política no se pueden hacer». A esas declaraciones se añaden las de Juan Soler, portavoz adjunto del PP en la Asamblea de Madrid, que entiende que «sería muy raro suspender a Costa y perdonar a Cobo».

Por último, el presidente valenciano, Francisco Camps, ha avalado la gestión de su, parece ser, ex secretario General y ha añadido que «como no puede ser de otra manera, se acata la decisión de la dirección nacional porque formamos parte de un todo en el Partido Popular de España, con Mariano Rajoy a la cabeza, y cualquier decisión que toma la dirección nacional, cualquier militante la tiene que acata». Mientras tanto, en la página web del PP valenciano, sigue constando que Ricardo Costa es el secretario General…

Casualidad o no, los casos de corrupción descubiertos en los últimos meses han proyectado la falsa opinión de que los políticos, por definición, no son honrados. Días atrás, una senadora nos hablaba sobre el tema: «Esta mañana un chico en el metro leía un periódico que se preguntaba a doble página: ¿Son los políticos corruptos?. El mismo titular se podría hacer sustituyendo el sustantivo por periodistas o empresarios». «¿Todos los políticos son iguales? ¿Son todos unos corruptos? Quiero pensar que no, y también que no todos los partidos tratan igual a sus manzanas podridas», se pregunta el blogger Nacho Escolar.

Escolar dice que «es obvio que el ladrillo feroz no sólo dejó 3,8 millones de pisos vacíos, un horroroso paseo marítimo casi ininterrumpido desde Francia a Portugal y una crisis económica que es hoy la envidia de Europa. La nefasta herencia de la burbuja inmobiliaria española también incluye una numerosa colección de ladrones con sueldo público que se forraron a costa de nuestro dinero, de las hipotecas que pagaremos durante décadas».

Asimismo, Luis Solana se fija en el último caso de corrupción destapado en Cataluña: «Me parece que, estas historias presuntamente penales que han salido desde Santa Coloma de Gramenet, son normales». «Las comisiones son parte de la vida económica de cualquier empresa; lo malo es cuando se considera lógico pagar comisiones a quien trabaja, a quien intermedia y a quien tiene poder político para decidir. Esta mezcla es demoledora», sentencia.

Mientra tanto, desde Catalunya, Guillem Carol llama a la tranquilidad: «Ahora, más que nunca, es necesario poner de relieve el compromiso, la nobleza, la determinación y los sacrificios de muchas personas que, por vocación de servicio a la comunidad, se han dedicado a la política. No podemos permitir que cuatro chorizos sean la bandera».

Manolo Saco también habla sobre el tema y considera que «no puede ser que un ministro del PSOE tenga que dimitir porque cazó sin licencia, y en cambio un juez amigo del alma del PP pueda sobreseer una causa contra Camps sin que sus compañeros de judicatura lo investiguen por presunto prevaricador. Alguien tiene que dar ejemplo, y parece que siempre le toca a la izquierda».

Más comentarios. Lluís Bassets se fija en Garzón, que destapó esta semana un presumible gran caso de corrupción en la provincia de Barcelona… «¡Qué misterioso país! Un solo juez lo hace todo. Perseguir terroristas, procesar piratas somalíes, rebuscar en las fosas del franquismo, desmontar las tramas de corrupción de los partidos, y todo eso después de procesar a Pinochet, revolver en los crímenes de Estado o golpear al narco. ¿Y qué hacen los otros jueces? A veces se diría que rabiar por lo mucho que trabaja el juez único e incluso dedicarse a buscarle las cosquillas para ver si se le puede pillar en fragrante prevaricación».

El periodista Javier Casal, como es habitual, también habla sobre este tema. «La Gürtel, Santa Coloma, El Ejido, el caso Palma Arena… ¿Queda algún político en este país que no se haya dejado seducir por un maletín? Estoy tan convencido de ello que quiero que este post sea un reconocimiento a los concejales o diputados que no tienen quizá la repercusión mediática de los Bárcenas, Sepúlveda, Panero y compañía», confiesa.

Por último, Albert Medran analiza el tema desde otra perspectiva… «Este tipo de escándalos de corrupción refuerzan varias conductas de los seguidores de los partidos políticos. Se ponen en marcha mecanismos de defensa y justificación que son dignos de mención. ¿Qué consecuencias prácticas puede tener este caso en una localidad como Santa Coloma de Gramenet, dónde el PSC casi siempre obtiene más del 50% de los votos? Seguramente, pocas».

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La presentación de Vodafone incluyó a un grupo
de empleados representando con las letras de sus camisetas,
las frases llegadas vía sms, twitter y facebook

Esta semana Vodafone España presentó por todo lo alto un nuevo servicio denominado Vodafone 360 que fue calificado como «estratégico» para la empresa. En la presentación participó incluso Francisco Román, el Presidente en España que calificó a 360 como el «primer hito» de una estrategia profunda de Vodafone. Se trata del nombre que se le ha dado a un conjunto de nuevas aplicaciones para el usuario del teléfono.

En la presentación mostraron dos: una de ellas -Vodafone People- permite compartir la agenda del móvil y hacerla interactuar con facebook y tus contactos; otra utiliza el Gps del mismo y hace que pueda almacenar y compartir en la red preferencias de lugares visitados, recomendaciones de restaurantes, ver las ubicación de tus amigos etc…No en vano, explican, la demanda de información basada en localización se ha incrementado un 50% en los EEUU en los últimos 12 meses.

Este es el primer paso de una serie de aplicaciones que intenta convertir a la empresa en algo más que una simple transportadora de señal.

Vodafone lo presentó en el Palco de Honor del Santiago Bernabeu. Allí tuvo lugar la rueda de prensa. Fuera, además, un grupo de empleados de la empresa representaba con letras en las camisetas las frases que llegaban vía sms, twitter y facebook. El objetivo: demostrar que cuando se habla de tecnología, en realidad se está hablando de mensajes, de comunicación.

Pero ¿por qué tanto interés por unos servicios que aparentemente no forman parte de la esencia de la empresa? ¿Que está pasando? ¿No es un mercado pequeño para una presentación de esta naturaleza?

Telefónica, su competencia, intenta impulsar estrategias similares. Y la apuesta no es anecdótica. Grandes compañías como Google o Microsoft se posicionan sigilosamente haciéndose con pequeñas porciones del mercado de las telecomunicaciones. Hoy no parecen un peligro pero muchas ofrecen ya tecnologías que permiten el uso del movil, vía wifi,  para dar acceso a voz y datos, lo que arrebata una buena parte del pastel a las operadoras. No solo ellas:

Los fabricantes de terminales fueron los primeros que intentaron añadir la disponibilidad de determinados servicios a la marca de su teléfono. El iPhone de Apple y Nokia son los mejores ejemplos. Ahora, Vodafone quiere sumarse a esta estrategia y dejar atrás el mundo en el que las operadoras son meras gestoras de redes. Si hay un negocio en el campo de los servicios, la operadora quiere competir en él y llevarse parte del valor añadido que genera; no dejárselo a terceros. -explica CincoDías, en su artículo «Vodafone cambia de modelo para liderar los servicios en internet»

Las operadoras son conscientes, además, de que estas empresas cuentan con un elevado apoyo de las Administraciones -por ejemplo Microsoft en EEUU, su país-. Por tanto, unas y otras se reposicionan, buscando fidelizar a los clientes y ofrecer algo más que una marca en la factura. Se trata de adelantarse a los acontecimientos de un mercado que evoluciona a gran velocidad.

Un ejemplo, la compañía ofreció el martes los siguientes datos: Hay 1.000 millones de PCs y 4.000 millones de dispositivos móviles; Uno de cada dos compradores de teléfonos móviles se decantará por un smartphone en Europa occidental en 2014 y la posesión de uno de estos aparatos multiplica por 39 el volúmen de uso de datos… En el año 2000 se habría tardado 20 minutos en descargar una canción en el teléfono móvil. Hoy se puede hacer en 20 segundos. Y por último, dice la empresa, «Se han subido 15 horas de vídeo a youtube mientras lees esto».