En los últimos días se ha discutido mucho sobre la media de edad de la gente que acompaña a Zapatero. Lo discuten en las tertulias, en los editoriales, en la calle. Lamentable argumento.

Para empezar conviene dejar claro que hay que ser muy rancio para acusar a un gobierno de ser demasiado jóven, especialmente cuando tantos políticos y periodistas llegaron a ese mundo con menos de 30 años.
El problema no está en la juventud o en la experiencia. Se puede ser un rancio teniendo una gran experiencia y se puede ser jóven sin experiencia y con una excelente capacidad de análisis. La edad no garantiza ninguna de las dos cosas, ni salva de ninguna de las dos. Conozco gente muy joven que tiene más de 60 años, y conozco gente de naftalina que no llega a los 30.

Gestionar una empresa o un equipo requiere de diferentes necesidades: experiencia, por supuesto, y también reflejos y una visión cercana a los cambios tan veloces que estamos experimentando. Es decir, se necesita un equipo equilibrado y que sepa convivir, aprendiendo mutuamente.
Joaquín Alumunia fue ministro por primera vez a la edad que ahora tiene Leire Pajín y Felipe González fue elegido Secretario General del PSOE con la misma edad en la que Leire Pajín fue elegida Secretaria de Organización ¿Pajín es demasiado joven para ser Secretaria de Organización y Felipe González, con los mismos años, no lo era para liderar el PSOE?

Sea como fuere, ni siquiera es verdad que el gobierno de Zapatero se haya caracterizado por su juventud:

La primera legislatura de Suárez: media 47 años.

La primera legislatura de González: media 42 años.

La segunda legislatura de González: media 43 años.

La primera legislatura de Aznar: media 47 años.

La segunda legislatura de Aznar: media 49 años.

La primera legislatura de Zapatero: media 50 años

La segunda legislatura de Zapatero: media 53 años

El actual Gobierno tiene una media de 51 años

Esta es la edad en los inicios de cada legislatura y la del actuad Gobierno

El actual gobierno Zapatero es 9 años mayor que el primero de Felipe González ya antes de la salida de Solbes, Molina y Soria tenía 53 años, 11 más que el de Felipe González. Por tanto, todo parece indicar que la tendencia de todos los gobiernos es a aumentar la edad».

Así que menos rollos. El problema es que hay gente que ve su silla amenazada. Punto. La pregunta que deberían hacerse es ¿es culpa mia o de mi edad?. Me da que está más relacionado con lo primero. Porque como dice el dicho popular, quien se cree que está de vuelta de todo es que nunca ha ido a ninguna parte ..

Entenderse es hoy vergonzoso. Tengo la extraña sensación de que todas las relaciones políticas, al menos las que nos llegan a los ciudadanos, están construidas sobre la base de oponerse. Sabemos que luego hay acuerdos y tratos, pero esos siempre se producen bajo cuerda, a escondidas, como si el estar de acuerdo en algo fuera algo vergonzoso. En cambio la oposición frontal se hace bien en voz alta, a lo grande, convocando a la prensa y a tantos altavoces como pueda reunirse.  

Hay algo que creo que los políticos españoles no han entendido de la democracia y es que esta sólo puede avanzar gracias a las cesiones de unos y de otros y que ese es el mayor logro que un político puede presentar a sus electores?, el haber hecho avanzar su proyecto, el haber conseguido estar un poquito más cerca de sus sueño.  

Seguramente podríamos estar de acuerdo en que sólo los más radicales tienen la razón, puesto que la verdad es sólo una y no acepta concesiones, pero dudo que esta posición filosófica tan impecable pueda conducirnos a que el año que viene estemos un poquito mejor que este, a que nuestra educación, nuestra sanidad, nuestra seguridad hayan avanzado siquiera unos milímetros.  

Reivindiquemos el fértil acuerdo, que para oponernos siempre tendremos tiempo.   

 

 

 

No es un foie cualquiera y lo elabora una empresa familiar que tuvo que utilizar su vivienda e hipotecar todos sus recursos para emprender el proyecto. Su método de elaboración evita la alimentación forzada del animal, la tortura. Y los productos de esta fábrica extremeña deben tener un sabor muy especial.

Incluso el equipo de Barack Obama -cuenta el ICEX- ha impuesto en las cenas de gala de la Casa Blanca los productos de La Patería de Sousa, elaborados de forma sostenible y respetuosa con el bienestar animal.

El proceso ha sido elogiado por la prensa internacional en diversas ocasiones -la última este mismo verano en la revista Time-.

El producto estrella es foie de ganso de raza ibérica. Eso sí, a los productores franceses, no les hace ninguna gracia que su prestigio haya superado al de la industria tradicional gala.

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Su fundador cuenta la historia de esta fábrica especializada en la elaboración de patés y foie artesanal.

No sólo triunfa en EEUU e Inglaterra. La Patería de Sousa, recuperó recetas familiares de 1812 y es conocida en medio mundo gracias a este foie y al proceso ético de su elaboración. Eso ha hecho que pueda encontrarse en  los mejores establecimientos internacionales: el londinense Harrods o el milanés Peck, y en los mejores restaurantes del mundo.

Cuenta Ibergour que “el foie de Sousa fue uno de los productos servidos por el prestigioso cocinero norteamericano Dan Barber en la Casa Blanca en una cena de celebración de la elección de Barack Obama como Presidente de los EEUU. Obama fue senador por Illinois anteriormente. La capital de este estado es Chicago, donde está prohibido desde 2006 el uso en la restauración de foie gras obtenido mediante alimentación forzada.”

La Opinión de Zamora explica que durante una conferencia en California, el cocinero Barber, sorprendió al auditorio al asegurar que el mejor foie que había probado en su vida era el de La Patería de Sousa:

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Dan Barber elogiando al producto durante una conferencia

“Cuando todos se esperaban un rimbonbante nombre francés, Dan Barber aseguró que el hígado de ganso de Sousa, que conoció a través de Andrés y Ferrán Adriá, no tenía  rival”. Posteriormente viajó a Extremadura para interesarse por el producto y finalmente lo sirvió al Presidente de los EEUU y a sus invitados

Obama durante la visita al Mercado Italiano donde probó el jamón ibérico

No es el único producto español degustado por Obama. Según Ibergour, el año pasado, durante un visita al Mercado Italiano de Filadelfia probó el jamón ibérico español de “Embutidos Fermín“, y dijo :  «lo que sé es que está rico», sin aludir al precio, un lujo para el consumidor norteamericano…

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington . Ha pasado un año desde que el sistema financiero se derrumbara igual que un soufflé pasado, y la sensación de crisis acusada ha disminuido. Los magos de Wall Street están que no ven la hora de volver a lo de siempre – y si les dejamos, sólo nosotros tendremos la culpa cuando se presente la próxima crisis.

La administración Obama y la Reserva Federal reciben muy poco reconocimiento por capear con habilidad esta crisis terrible de una manera que le ha impedido convertirse en una auténtica debacle. Instituciones financieras que obedecían la consigna del demasiado grandes para quebrar fueron mantenidas con vida o reformadas hasta la irrelevancia a través de vías creativas que involucraban inyecciones masivas de fondos de los contribuyentes – pero evitando descubiertos masivos. La industria del automóvil, víctima colateral de los daños, fue costosamente desfibrilada y una vez más tiene pulso. Casi 100 bancos han quebrado en lo que va de año – en comparación con 25 en 2008 y sólo tres en 2007 – pero el dinero de los titulares de los depósitos se salvó.

Pero en el proceso, el gigante de las empresas financieras se ha hecho mayor. Y ahora que la economía ha comenzado a revivir, el mercado de valores está feliz de nuevo. Estoy tan contento como cualquier hijo de vecino de ver una subida del Dow, pero alguien tiene que dar una bofetada a la incipiente sonrisa de Wall Street.

Por un lado, el resto del país apenas sonríe ?? aún no, por lo menos. La «buena noticia» es que «sólo» alrededor de 200.000 estadounidenses están perdiendo su puesto de trabajo al mes, en lugar de los más de 700.000 mensuales que veíamos a principios de este año. El paro roza el 9,7 por ciento y sigue creciendo, aunque más lentamente, y puede remontar por encima del 10 por ciento. Los avances en los mercados son un mal consuelo para el trabajador al que se le acaba de comunicar el despido.

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Y muchos economistas creen que se avecina otro golpe. El mercado de la vivienda puede estar tocando fondo, dicen, pero aún hay que reanimar el mercado inmobiliario comercial. En este punto, surge la tentación de preguntar qué diferencia supondría otro billón de dólares más. Pero lo sentiríamos, y no en el buen sentido.

Tengo fe, no obstante, en que los administradores de la crisis en el Tesoro y la Reserva minimizarán cualquier dolor que nos quede por sufrir. En lo que no tengo fe es en la disposición del Presidente Obama y su equipo a contemplar, y mucho menos poner en práctica, cualquier clase de cambio fundamental en la forma en que funciona Wall Street.

Hasta con las reformas que propone el Presidente, vamos a seguir viendo una situación en la que la casa se empieza por el tejado — siendo el tejado el sistema financiero y la casa la economía real. El papel teórico del sector financiero es el de distribuir el capital de la forma más eficiente entre las compañías capaces de hacer el mejor uso de él. El papel real de Wall Street se parece más al de un casino gigante en el que los jugadores son recompensados por asumir riesgos escandalosos e inmorales con el dinero de los demás. Si las apuestas responden, los jugadores ganan. Si las apuestas arriesgadas resultan haber sido demasiado arriesgadas, los que pierden somos nosotros.

«No vamos a volver a los días de comportamiento temerario y excesos sin supervisión,» decía Obama el lunes en su discurso a Wall Street. «Las viejas costumbres que condujeron a esta crisis no pueden mantenerse.»

Obama dijo que su propuesta de programa de reforma de la regulación se basa en el fomento de una mayor «transparencia y responsabilidad.» Nadie puede discutir eso. Pero los mayores desastres del sector financiero son lo bastante transparentes para que podamos verlos todos. Los Amos del Universo crearon instrumentos como los títulos derivados o las cuentas de deuda intercambiable, y alentaron el mercado de estos títulos exóticos para que creciera más que el mercado de títulos reales de empresas reales. Las empresas financieras gastaron millones de dólares desarrollando software de última generación para poder comprar y vender valores — de la clase real o exótica — una fracción de segundo más rápido que el software de la competencia, generando así un pequeño beneficio en cada venta. ¿Cómo canaliza esto todo este capital hasta su mejor uso? ¿Cómo beneficia a la economía cualquiera de estas cosas?

La compensación es la cuestión en la picota — las cantidades ingentes de dinero que lo supuestamente más granado de Wall Street se pagó entre sí por asumir riesgos estúpidos con nuestro dinero. No veo cómo difiere esto sustancialmente del robo, y no escucho nada a Obama acerca de recuperar cualquier cantidad de este dinero. Pero la remuneración de los ejecutivos es de verdad una barraca de feria.

El factor que marca la diferencia es obligar a Wall Street a que cumpla un papel en la economía de nuevo, en lugar de ser al revés. Poner más cámaras de seguridad alrededor del casino no basta.

Eugene Robinson

Premio Pulitzer 2009 al comentario político.

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Uno de los episodios más bochornosos e impertinentes de este país lo protagonizó José María Cuevas en el año 2000, siendo presidente de la CEOE. España se encontraba en plena campaña electoral y Joaquín Almunia (PSOE) se postulaba para presidente del Gobierno. En un intento por acercar su programa político a la clase empresarial, Almunia participó en un almuerzo-reunión con 100 empresarios. Cuando el café y la copa empezaban a asomar en la mesa, Cuevas decidió poner la guinda:

«…Empiezo a dudar de que usted mismo se crea que va a ser presidente del Gobierno (…) Déjese de milongas, señor Almunia. Si realmente quiere gobernar díganos qué coño piensa hacer con el Tribunal de Defensa de la Competencia».

Fue un golpe de gran repercusión, en toda la línea de flotación, en plena campaña electoral.

Como ha ocurrido otras veces en la CEOE las cualidades de gestión de Cuevas eran bien discutibles. José María Cuevas, el hombre que llevaba 16 años al mando de la patronal, hablaba de oidas. Por supuesto no había hecho una empresa nunca. Eso sí, la política no se le daba nada mal. Unos años antes…

«…Cuevas y la plana mayor de CEOE  -contaba el periódico EL PAIS- fueron invitados a La Moncloa sólo seis días después de la llegada de Aznar a su nueva residencia. E, inmediatamente, tres hombres de Cuevas, Cristóbal Montoro, José Folgado y Julio Sánchez Fierro, pasaron a ocupar secretarías de Estado: los dos primeros en Economía y Hacienda, el tercero en Trabajo. Después entraría, como secretaria de Estado de Comercio, Elena Pisonero, procedente, como Montoro, del Instituto de Estudios Económicos. El 12 de mayo fue la foto en Moncloa y dos días después Cuevas acusaba al anterior Gobierno, al del PSOE, de haber «prostituido» la protección social, de «generar corrupción» y de haber creado «un campo abonado a la venta de favores políticos«.

Pues eso, el tipo que hablaba de «un campo abonado a la venta de favores políticos», era el encargado de labrarlo. Y de aquellos polvos estos lodos.

Por eso cuando uno habla de pactos sociales y de la necesidad de negociar con la CEOE, de escuchar a la empresa y a la economía, algunos ciudadanos nos preguntamos ¿no es igual negociar directamente con el PP?

PD. Dedicado a otro de los grandes: El Presidente de las Cajas de Ahorro que no dudó ayer en sugerir «elecciones anticipadas» en lugar de estar dando explicaciones y pidiendo disculpas por la actuación de las Cajas.

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Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Si reprochamos a Zapatero que se aísle con una pequeña camarilla para afrontar la crisis, es porque pensamos que ni Zapatero sólo, ni el Gobierno sólo, ni el PSOE sólo pueden con ella. Más aun, seguramente ni el PSOE y el PP juntos, ni el Parlamento entero podrían.

Porque, desde nuestro punto de vista, en otras ocasiones expresado, ninguna política podrá ahorrarnos un largo y agotador periodo de purga, para depurar quince años de excesos. De excesos de todos. Podemos cambiar de médico, podrá éste cambiarnos el purgante, pero purgante habrá de ser.

Nadie podrá evitarnos ni los sudores ni el mal cuerpo que ahora arrastramos, ni los retorcijones ni la descomposición del tejido económico. En fin, y ustedes disculpen, tendremos que estar hechos una mierda durante bastante tiempo.

Cuando esto pase, habremos perdido peso, musculatura y fuerza. Y, al iniciar la recuperación, habremos aprendido que es mejor crecer con moderación, en las proporciones que se puedan digerir y metabolizar. Y, como habremos entendido que la bulimia económica -como la otra- es una enfermedad mental, controlaremos nuestro cerebro para no desear volver a las andadas.

Bien, dejemos la metáfora y volvamos a la política. No confiamos en el PP porque no ha aprendido nada de esta crisis. Su plan consiste en regresar, no nos dice cómo, al modelo pasado, lo cual, si no fuera imposible sería suicida.

Criticar a Zapatero por su mala gestión de la crisis no quiere decir abrazar el pensamiento que inoculó la locura y, mucho menos, permitir que Zapatero se convierta en el chivo expiatorio y se coma los fracasos de todos. Hoy ha sido escandaloso que el presidente de las cajas de ahorro, entidades decisivas en el desastre, haya salido a la palestra no para dar explicaciones sino para exigirlas»…

Las aperturas del informativo de Iñaki Gabilondo, cada día

El periódico italiano Il Foglio publica un texto sobre los soldados españoles en Afganistan, titulado ??Zap en Kabul. Los italianos acuden siempre para salvar a los españoles, que tienen las manos atadas frente a los talibanes?:

??Aumenta la tensión entre Roma y Madrid en relación con las misiones militares en el extranjero. En Afganistán, el mando italiano ha tenido que combatir este verano numerosas batallas sin poder contar con los 780 militares españoles, que han aumentado a 1.250 con motivo de las elecciones, debido a las limitaciones impuestas por el gobierno de Zapatero, que impide a los españoles participar en acciones ofensivas incluso al lado de los afganos. Por eso, el mando italiano ha disuelto el batallón mixto ítalo-español para crear dos de paracaidista italianos, uno de ellos en la zona de Bala Murghab, provincia de Badghis, oficialmente asignada a las tropas de Madrid pero en realidad defendida por los italianos?.

??En las batallas combatidas en esta zona entre mayo y julio no ha participado ninguna unidad española. Madrid ha negado la ayuda de sus seis helicópteros de transporte y de los aparatos teledirigidos Searcher, alineados en Herat como ??equipo nacional??, pero no disponibles para los aliados. La escasa combatividad de los españoles ha favorecido la ofensiva talibán?.

La noticia se publicaba ayer, y precisamente hoy han fallecido seis militares italianos en un atentado en Kabul. «Con las víctimas de este jueves, Italia ha sufrido 20 muertos desde 2004 en que mantiene sus tropas en Afganistán». Evidentemente ambas cosas no están relacionadas, pero crean un clima de desconfianza que está motivado por la indefinición de nuestra misión allí.

Javier Cáceres, el corresponsal del rotativo alemán Süddeutsche Zeitung analiza en su último artículo la situación económica de nuestro país. «Es obvio que la situación económica será mala en los próximos meses y habrá un incremento del desempleo. Además, España tardará más tiempo en salir de la recesión que el resto de países de su entorno… La situación objetiva es de una dificultad enorme para el Gobierno en particular y para el país en general», señala.

 

Cáceres considera que «es parte de su obligación», en referencia a la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, «ser optimista».

Sin embargo, apunta, «la cuestión es que en los últimos tiempos el Gobierno no ha tenido demasiada suerte con sus previsiones económicas y hasta cierto punto le resta credibilidad a lo que pueda anunciar para los meses venideros».

«Las últimas medidas del Gobierno están todavía por analizar. Hasta ahora sabemos que va a subir los impuestos, pero se desconoce cuales», dice. Asimismo, el corresponsal alemán considera que «hay escepticimo por la falta de aciertos económicos de los últimos años», a lo que se añade, según Cáceres, a que «Zapatero está perdiendo a figuras importantes en el pasado, como Pedro Solbes, y está expuesto a  una crítica periodística virulenta… Todo eso no contribuye a que él pueda afrontar este Otoño con tranquilidad».

El baile de anuncios, y la apariencia de que el gobierno no sabe lo que hace, ni en que dirección camina, no es nueva. Le ocurría al gobierno de Aznar en materia económica, sanitaria y social… Pero entonces apenas recibían críticas. Aznar tenía la fortuna de dirigir un país que surfeaba en plena ola mundial de crecimiento y donde la CEOE se frotaba las manos y colocaba en Moncloa a sus hombres (elpais.es).

Se dijo, alabándolo, que José María Aznar inauguró en España la política de los globos sonda. Su gobierno anunciaba medidas impopulares (elpais.es), esperaba la reacción y las aprobaba en apariencia dulcificadas. Se dijo que la suya era una estrategia de negociación porque, en realidad, eran aprobadas exactamente tal y como habían sido diseñadas aunque parecían el resultado de una respuesta a las discrepancias de la sociedad. Había quien señalaba eso como la demostración del ingenio político del líder conservador. ¿Verdad? ¿mentira?

Los vaivenes de los que se acusa al gobierno actual recuerdan mucho a aquello pero son tratados de forma bien diferente. El gobierno anuncia medidas y las rectifica. Podría tratarse de una estrategia o, en efecto, de una simple respuesta a la discrepancia de la sociedad. En ambos casos debiera ser legítimo, e incluso plausible, pero eso no pasa. No en España.

Porque no nos engañemos. En España los progresistas no deben gobernar. Sus representantes son jovenzuelos inexpertos que improvisan en las grandes materias. No saben mandar. Ellos nunca han dirigido empresas, ni han gestionado grandes equipos, son un experimento de la sociedad de la alternancia para escenificar que este es un país democrático. Pero son unos hippies a los que les importa más un parado que un honesto empleado de la CEOE.

Lo dicen los mismos que acusaron al PSOE de nadar en la corrupción, de beneficiarse de los cargos públicos. Lo dicen los mismos de siempre. Es una vieja canción a la que no se le ha cambiado la música. Pero lo dicen los que ya no mandan.

 

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen – Washington. Hace mucho tiempo, antes de empezar una entrevista con el Representante Charles Rangel, fui advertido por un ayudante de no sacar a colación la carrera de 1970 en la que el advenedizo Rangel derrotó al virtualmente legendario Adam Clayton Powell por su escaño en la Cámara. En los años transcurridos, Powell había pasado de ser aspirante a icono, tanto con un edificio administrativo bautizado en su honor como con un bulevar que lleva su nombre en Harlem, y no hizo a Rangel ningún bien en su distrito ser recordado como el hombre que derrotó a Powell — un fragmento de historia que necesita desesperadamente de Photoshop. Esta es, estamos descubriendo ahora, la verdadera vocación de Rangel.

Rangel es hoy presidente del Comité de Asignaciones y un hombre de inmenso peso en Washington. Sin embargo, últimamente ha estado muy ocupado revisando y modificando el registro, respaldando y rellenando, utilizando tipex a cubos a medida que descubre o recuerda propiedades de las que es propietario en Nueva York, Nueva Jersey, Florida y la República Dominicana y sólo Dios sabe dónde más – y que ha olvidado o descuidado incluir en la relación completa de la declaración de patrimonio obligatoria, por no hablar de los ingresos derivados de esas propiedades. ¡Uy!

Rangel descubría hace poco que tenía hasta cuentas bancarias que nadie en el mundo, incluyéndolo a él al parecer, sabía que tenía. Una de ellas está en el Congressional Federal Credit Union, y tiene otra en Merrill Lynch – con un balance cada una de entre 250.000 y medio millón de dólares. De alguna manera olvidó mencionar estas cuentas en sus declaraciones de patrimonio obligatorias para los congresistas, lo que significa, si es que puede creerlo, que cuando rellenó las declaraciones, no se dio cuenta de que faltaba 1 millón de dólares por aquí o por allá. Alguien tiene que comprobar la iluminación de su oficina.

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Una bombilla a punto de fundirse también tiene que ser la explicación de que Rangel no se diera cuenta de que estaba solicitando donaciones al curiosamente bautizado como Centro Charles B. Rangel de Servicio Público utilizando el membrete del mismo Charles B. Rangel del Congreso. También puede explicar que no declarase los dividendos de varias inversiones además de lo que ganó vendiendo un inmueble en Harlem. La casa se vendió por 410.000 dólares en el año 2004, y había sido alquilada — o tal vez no — a varias personas, que pagaban alquiler — o puede que no, puesto que Rangel no declaró ningún ingreso en ninguno de esos ejercicios. Que es lo mismo que también hizo con el alquiler que se llevó de su villa en la República Dominicana. Una vez más, nada.

A Charlie Rangel le pasa algo raro. O no se dio cuenta de que tenía un patrimonio valorado en el doble de lo que él decía que valía — lo cual es francamente preocupante viniendo de un líder del Congreso – o cree estar por encima de la ley — lo que es francamente preocupante viniendo de un líder del Congreso. Yo pasé la noche de las elecciones con Rangel el año pasado y le escuché hablar de manera conmovedora y elocuente acerca de lo que significaba para un negro ser presidente de los Estados Unidos — Dios mío, ¿quién habría pensado que alguna vez iba a llegar este día? — y me conmovió hasta hacerme llorar. Así que no creo que la edad haya confundido su cerebro. Es más avispado en un mal día que la mayoría de la gente en uno bueno.

Pero sufre de una enfermedad degenerativa llamada Esclerosis del Congresista. Su sintomatología es la creencia en que las normas, las pequeñas en especial, ya no se aplican a uno. Esto sucede con el tiempo. Se presenta con la veteranía y el sentido de víctima que se combinan para dar lugar a la aparición de derechos privilegiados a golosinas a las que, tal como funcionan las cosas, no se tiene derecho. Todo esto es fomentado por el convencimiento de que todos los demás están ganando dinero y usando aviones privados y sumergiendo sus pinreles en el cálido Caribe cualquier viernes de febrero – ¿y por qué yo voy a ser menos? Tengo el poder y el gabinete — ¡mire toda esa gente! — y los lacayos que van a aguantarle el ascensor, recogerle en el Aeropuerto Nacional Reagan y al otro extremo en La Guardia – y usted tiene que tener lujos a la altura. Esto no tiene nada de raro.

Esta es la enfermedad que ha puesto fin a la carrera de Powell. Tenía buenas razones para su amargura — un congresista negro cuyo gabinete ni siquiera podía comer en la cafetería de la Cámara — pero él calculaba todos los desprecios, todos los insultos, para excusar un abominable registro de asistencia y su desprecio hacia la ley. En último término, el mismo Harlem que hoy honra a Powell se volvió en su contra y eligió a un veterano de la Guerra de Corea llamado Charles Bernard Rangel. Bien, todos estos años más tarde, las omisiones, supresiones, enmiendas, correcciones y curiosa acumulación de riqueza hacen que uno revise la historia que Rangel quiere hacer desaparecer: ?l no derrotó a Powell. Se unió a él.

Richard Cohen
© 2009, Washington Post Writers Group

 

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