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Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «El domingo, cita en las urnas. Hablemos de política con una metáfora sencillísima: imaginemos a dos entidades bancarias intentando captar a un cliente.

Imaginemos que ninguno de los dos bancos le dice una sola palabra de lo que haría con su dinero, ni le garantiza nada, ni le propone plan alguno.

Imaginemos que, en lugar de eso, cada banco le ofrece detalles tenebrosos del banco rival, de sus marrullerías e irregularidades, acusándole de todo tipo de indecencias financieras.

Pregunta: ¿qué creen que hará el aspirante a cliente?. ¿Examinar cuidadosamente la catarata de acusaciones y depositar sus fondos en el que le parezca menos canalla de los dos, o poner pies en polvorosa rumbo a su casa, para esconder su dinero en una caja de zapatos?.

Pues eso. Esta es la secuencia que nuestros partidos interpretan todos los días ante el presunto votante. Esta es la explicación de la abstención, y de la desafección creciente de amplias capas sociales ante la política.

Esta es la razón por la que más gente dice cada día que «todos le parecen iguales». Sin embargo, esta reducción de la política a cotilleo no sólo es una degradación. Es un grave escamoteo y un timo del pensamiento conservador. Estamos viviendo una crisis mundial de enorme profundidad que mereceríamos fuera analizada. Hoy mismo ha tenido que ser nacionalizado en Estados Unidos el icono del capitalismo mundial, General Motors.  ¡Nacionalizado General Motors!

Lo que está ocurriendo es histórico, y la derecha europea, con la izquierda en Babia, está feliz de que el debate verse sobre las chicas de Berlusconi o el Falcon de Zapatero. Así, mientras miramos la política como se mira un programa televisivo de famoseo con tomate, no vemos ni lo que ha pasado ni lo que están tramando que vuelva a pasar.»

Las aperturas del informativo de Iñaki Gabilondo, cada día

En el PP la memoria es frágil, incluso selectiva. Solo así puede entenderse que hayan convertido en el eje central de su campaña el asunto de los vuelos de Zapatero en avión oficial.

En efecto el uso que hacen algunos políticos del dinero público es un tema bien interesante. Sin embargo resulta admirable la capacidad del PP por izar banderas ajenas. Hoy trasteando por la red he arribado en aquella vieja historia: «Aznar pagó con dinero público a un despacho de Washington que le tramitó la medalla del Congreso». El asunto, como recordarán los lectores llegó a los tribunales y el juez pidió a Presidencia datos concretos de la gestión de la medalla.

 

 La causa fue archivada porque según el juez «difícilmente se podía deslindar ese gasto de su contenido político». Como si ese fuera el problema.

Así que, las lecciones, mejor a otra parte.

Como nueva alegoría de la crísis, la empresa que hacía el Hummer, ese inmenso camión propio de desaprensivos que consume 20 litros y contamina como una chimenea de carbón, ha quebrado. Parece increible y, si no fuese por lo tragico para las más de 20.000 personas que perderán de forma directa sus puestos de trabajo, hasta secrétamente reconfortante.

Todavía habrá quién empeñado en escamotear su responsabilidad, insistirá en que la solidaridad es un valor de mariquitas y pusilánimes. Todavía habrá quién les crea… y si no, veamos qué pasa el domingo con las elecciones europeas.

En los últimos tiempos y ante las dificultades económicas de numerosas empresas occidentales se ha conocido el interés de China por adquirirlas o entrar en el accionariado en posición ventajosa. Esta estrategia ha motivado especulaciones. ¿Está el gigante asiático intentando ayudar o se están aprovechando de la crisis? Un artículo de Safe Democracy considera que China está desplegando una estrategia para lograr posiciones de influencia de cara a fijar su papel en el futuro orden financiero internacional más que debilitar a las economías desarrolladas.

La bandera china
(Foto: Flickr/Tipani)

La compañía minera Rio Tinto o la australiana Oz Mineral han sido dos de los últimos casos. También ha habido acuerdos en Brasil y Rusia. Y además el presidente chino Wen Jiabao ha anunciado una nueva misión comercial por Europa. Según el analista Xulio Ríos, los líderes chinos se han dado cuenta que la supremacía occidental en economía está en entredicho y quieren aprovechar la coyuntura de crisis global para ganar influencia estratégica.

Al igual que sucede con el tema de la cooperación en Africa, Occidente muestra cierto recelo ante estas iniciativas chinas, pero según Safe Democracy, «China procurará manejar su proyección con exquisito cuidado, tratando de evitar riesgos propiamente económicos, pero también políticos, exhibiendo responsabilidad frente a las debilidades de las economías occidentales pero también preocupándose de adquirir una mejor comprensión y aprendizaje de las claves de las finanzas mundiales para no repetir errores»

Desde Pekin se plantean las misiones comerciales como operaciones económicas, pero también de imagen. Quieren que el mundo destaque su contribución a la dinamización del consumo y el empleo y además hacer gala de su responsabilidad ante el delicado momento actual. Por eso se fijarán especialmente en aquellos sectores estratégicos necesitados de dinero fresco y que coinciden con sus necesidades más apremiantes (energía y recursos minerales).

Utilizando la técnica ??time-lapse?? con imágenes de satélite, un video que circula por la red permite comprobar en poco más de 10 segundos el desmesurado ritmo de construcciónque ha transformado el emirato de Dubai. El caso quizás más espectacular es la construcción de las islas artificiales con forma de palmera.

 

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Este ejemplo ha sido incluído en un artículo de la revista Wired que muestra, con ayuda de otros videos «time-lapse», algunos de los cambios más radicales que están afectando a la Tierra. La deforestación en Brasil, la desaparición del mar Aral, la sequia en Utah…

Deporte, cine, música, terrorismo y crisis. Esas son las cinco áreas informativas de nuestro país que más repercursión tienen en la prensa extranjera.

Para alguien como yo, -un ignorante absoluto en términos deportivos-, es una sorpresa descubrir la enorme repercusión que tiene el fútbol español en la prensa internacional. El deporte se ha convertido en el gran embajador de nuestro país. En algunos lugares de África nadie sabe situar a España, hasta que escuchan las palabras «Real Madrid».

El impacto global de estas noticias es indiscutible.  Florentino Pérez -que hoy vuelve a la Presidencia del Real Madrid- tiene un hueco en innumerables periódicos de la prensa mundial. En Alemania, en Francia, EEUU; o en el Reino Unido,  se refieren aEspaña, al deporte, y al Real Madrid con gran despliegue (BBC, The Times, Ansa, Telegraph,The Sun, FrancePresse:

» Real Madrid confirmed last night that Florentino Pérez has returned as club president. Pérez, who held the post for six highly eventful years from 2000 to 2006, will officially be sworn in today»

Hoy, sin duda, es una noticia que trasciende al ámbito deportivo. Incluso el programa de televisión 59 segundos, que dirige Ana Pastor y que generalmente debate asuntos  políticos, tiene programada una edición especial con periodistas deportivos y en la que participará el propio Florentino Pérez.

La repercusión es todo un síntoma de nuestro tiempo, de la globalización, del espectáculo, y del deporte. Un fenómeno que más allá del interés que despierte en cada uno el tema, tiene gran calado antropológico.

Tan sólo lleva en el cargo cuatro meses, pero Robert Gibbs ya ha conseguido generar mejor ambiente y más risas entre los corresponsales acreditados en la Casa Blanca, que todos los portavoces de Bush juntos. En The Politico han repasado sus intervenciones o briefings y aseguran que ha habido más de 600 momentos cómicos en este tiempo. Lo que supone que pese a que le toca transmitir información de gran relevancia y contestar preguntas incómodas, Gibbs también consigue generar, de media, 10 carcajadas por día.

Robert Gibbs
(Foto: Flickr/Empty netters)

El secretario de prensa es la imagen de la presidencia y quien da la cara en encuentros periódicos con los periodistas. Sus ruedas de prensa se transcriben íntegras y cuando se dice algo gracioso o alguien ríe, queda reflejado como [risas]. Desde el 20 de enero en que el Obama juró su cargo y Gibbs pasó a ser su portavoz, ha habido más de 600 risas registradas. En el mismo periodo de tiempo, su antecesora, la última secretaria de prensa de Bush, Dana Perino, apenas logró 57 momentos distendidos. Y Scott McLelland, el anterior portavoz, 66.

Un poco mejor le fue a Tony Snow con 217, aunque lejos de los «número» del portavoz de Obama. Un comentarista conservador cree que esto puede deberse tanto al sentido del humor de Gibbs como a que los periodistas acreditados en la Casa Blanca sienten más afinidad política con esta administración que con la de Bush y por tanto el ambiente es más distendido y favorable. Pero otros creen que se debe a que el portavoz se siente a gusto en los briefings, entiende bien a la prensa y siempre está dispuesto a reirse de algun periodista o de sí mismo.

Una de las ruedas de prensa más «cómicas», fue en la que apareció el propio Obama por sorpresa para hablar de la renuncia del Juez Scouter y donde según las transcripciones hubo hasta 30 momentos de risas.

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Y otro de los momentos estelares de Robert Gibbs fue a principios de este mes de mayo, cuando «cansado» de ser interrumpido por el teléfono móvil de John Gizzi uno de los periodistas presentes en la Sala Brady, le «confiscó» el aparato.

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Claro que si ha habido una portavoz de la Casa Blanca que ha hecho reir al mundo y con la que Gibbs tiene dificil competir esa es C. J. Cregg. Bien es cierto que es un personaje de ficción y que sus frases estaban guionizadas por Aaron Sorkin, el creador de la mítica serie El Ala Oeste de la Casa Blanca. Pero las apariciones y reacciones de C.J en la sala de prensa -y fuera de ella- son antológicas.

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Schumacher-Matos

Empresario y Periodista de EEUU, de origen colombiano. Ha sido editor fundador del Wall Street Journal Américas y formó parte del equipo de Philadelphia Inquirer que recibió el Pulitzer.

 

Otros columnistas del Washington Post en radiocable

 

Edward Schumacher-Matos – Boston. A pesar de todo el alboroto causado por la idea de legalizar a los inmigrantes sin papeles residentes en Estados Unidos, los economistas han entendido desde hace tiempo que no hay solución viable a largo plazo para el desaguisado migratorio de la nación sin un programa de trabajador temporal.

Durante la era de los derechos civiles de la década de los años 60, pusimos fin al programa de trabajador invitado «bracero» con México en lugar de corregir los abusos cometidos de sus trabajadores. Un resultado imprevisto fue que creamos el entorno de la inmigración ilegal de hoy día dado que los trabajadores siguieron viniendo. La amnistía de 1986 no puso fin al influjo, en gran parte porque no había disposición legal para enviar mano de obra a cubrir la nueva demanda laboral.

Este es el motivo de que un reciente acuerdo entre las dos principales confederaciones sindicales — AFL-CIO y Change to Win — encaminado a aceptar un programa de trabajador temporal sea importante, incluso impresionante. Los sindicatos, junto a muchas iglesias y coaliciones izquierdistas, se han venido oponiendo a los programas desde hace tiempo, acusándolos de robar puestos de trabajo estadounidenses al tiempo que se crea una clase desfavorecida de trabajadores en régimen de servidumbre con escasos derechos.

El acuerdo sitúa a los sindicatos tras una idea que está cobrando fuerza en los círculos de los laboratorios de ideas — constituir una comisión nacional encargada de fijar los niveles de inmigración. De la misma forma que el Banco de la Reserva Federal regula la masa monetaria, la comisión ayudaría a regular la oferta de mano de obra inmigrante. Una ampliación de los derechos del trabajador temporal pondría coto a los abusos.

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El apogeo de una recesión puede no parecer el momento de centrarse en la inmigración, pero los sindicatos reconocen lo obvio: el terreno de nadie en el que están los inmigrantes ilegales no va a desaparecer por las buenas. A pesar de un menor número de puestos de trabajo y una implementación endurecida de la ley que condujo a la deportación de 350.000 inmigrantes sin papeles el año pasado, la cifra de los aún en el país — alrededor de 12 millones — sólo parece haber descendido ligeramente, según el Pew Hispanic Center. Menos vienen, como se constata en las capturas fronterizas y las encuestas mexicanas, pero muy pocos de los que están aquí vuelven a casa. La prueba anecdótica es que se mueven hacia el interior en busca de empleo.

El presidente Obama, cumpliendo las promesas de campaña realizadas a los electores hispanos, ha puesto sobre la mesa la reforma integral de la inmigración. La Federación Americana del Trabajo ayudó a tumbar el conato de reforma de la administración Bush en el año 2007, pero la Federación se arriesga ahora a condenarse al ostracismo si no se une al presidente y a los sindicatos de los empleados de servicios de Change to Win que consideran a los inmigrantes latinos sin especialización como futuros miembros a sindicarse.

El país, en la práctica, ya tiene un buen número de programas de trabajo temporal para inmigrantes. Según el Departamento de Estado, el año pasado se extendieron casi 485.000 visados de trabajo. Esto incluye más de 130.000 trabajadores y profesionales de elevada especialización y 64.000 trabajadores del campo. No obstante, la demanda de empleo fue tal que alrededor de 500.000 trabajadores entraron ilegalmente el año pasado, según Pew.

Una vez que la recesión finalice, esa cifra podría volver al nivel que se daba de 800.000 ilegales entrando cada año. La eficacia de la implementación más estricta de la ley podría evitar esto, aunque casi ningún experto piensa que la aplicación de la ley por sí sola vaya a poner fin a la inmigración ilegal.

La idea de una comisión para fijar niveles realistas de mano de obra invitada se propuso por primera vez hace tres años por el Instituto de Política Migratoria bipartidista. Según el plan del Instituto la comisión hacia recomendaciones al Congreso, mientras el sindicato exigiría al Congreso la ratificación de las recomendaciones de la comisión. De cualquier forma, un panel de expertos reduce la política seguida ahora a niveles fijados. Como indica Ana Avendaño, del AFL-CIO: «La inmigración nunca es examinada a través de un prisma racional. Estamos eliminando la parte emotiva, con un modelo de cifras y cálculos.?

Dicho eso, es seguro que estallarán reyertas por la elección de los miembros de la comisión, fijando la metodología y, más tarde, presionando ante la comisión. El Instituto es partidario de una comisión que incluya representantes de los departamentos del Tesoro, Comercio y Trabajo entre otros, y que utilice fórmulas para examinar lo que mejor revierte en interés de la economía de la nación en conjunto. Los sindicatos han proporcionado detalles, pero el arquitecto de su propuesta, Ray Marshall, secretario de trabajo bajo la administración Carter, apuesta claramente por un estudio reciente de fórmulas del Departamento de Trabajo, «Inmigración para una prosperidad compartida.»

El temor a la propuesta de Marshall inquieta a la Cámara de Comercio estadounidense. De hecho, Los registros laborales del gobierno son miopes y pasan por alto las tendencias económicas nacionales e internacionales. «En el mejor de los casos, todo dependerá de quien sea elegido, un ‘juego de azar’ peligroso para patronos, inmigrantes y sus familias,» decía en una circular la National Foundation for American Policy.

Las objeciones de la Cámara parecen fáciles de resolver conforme se desarrollen las negociaciones este año. Ciertamente, el cambio de los sindicatos en el principio de temporalidad de los trabajadores y en la Comisión plantea la esperanza más prometedora en cuestión de décadas de levantar un sistema de inmigración que sea mejor para el país. Hasta podría funcionar y todo.

Edward Schumacher-Matos
© 2009, Washington Post Writers Group

Sección en convenio con el Washington Post

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

Sobre Robinson

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Eugene Robinson – Washington.  La candidata del Presidente Obama a ocupar la vacante del Tribunal Supremo, la magistrada Sonia Sotomayor, es una mujer latina orgullosa y competente. Este hecho aparentemente está empujando a algunos destacados Republicanos a farfullar incoherencias envenenadas.»Un candidato varón blanco racista sería obligado a retirarse. Una mujer latina racista también debería retirarse,? se despachaba el ex presidente de la Cámara Newt Gingrich el miércoles en Twitter. Mi primera reacción fue que los políticos a partir de una determinada edad nunca deberían recorrer en solitario los parajes flanqueados de peligros de una red social. Mi duda fue: Oye, Newt, ¿qué me estás contando ?

Rush Limbaugh también — como era de esperar — divagó sin parar acerca de cómo Sotomayor es «una racista al revés,» y de cómo Obama también lo es. Pero al contrario que Gingrich, Limbaugh no pide que se le tome en serio. Simplemente espera que se le pague.

El arrebato de Gingrich fue la reacción a un comentario ampliamente difundido y sacado de contexto de un discurso del año 2002 en el que Sotomayor reflexionaba acerca de cómo su identidad afectaría o no afectaría a sus veredictos como juez federal. Lejos de ser alguna especie de perorata «racista,» el discurso se trataba en realidad de una meditación en torno a la experiencia de una verdad universal por parte de Sotomayor: quienes somos va a influenciar inevitablemente lo que hacemos.

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Cada uno de nosotros arrastra por la vida un conjunto único de experiencias. Las de Sotomayor resultan ser las experiencias de una mujer latina brillante y dinámica — una  neoyortina que creció en los complejos sociales del Bronx, se licenció con matrícula de honor en Princeton, dirigió el Yale Law Journal, trabajó como fiscal en Manhattan y abogado corporativo, y ocupó un puesto durante 17 años en la magistratura federal y como juez de apelaciones.

Teniendo en cuenta la clase de trayectoria impoluta — y teniendo en cuenta que, según el asesor presidencial David Axelrod, tiene más experiencia en el estrado federal que ningún candidato a ocupar un puesto del Supremo en 100 años por lo menos — es comprensible que los críticos Republicanos tengan que agarrarse a clavos ardiendo.

La acusación de que es «una activista judicial» no encuentra sustento en su voluminosa trayectoria. Sus críticos han aprovechado un veredicto de un caso que instruyó llamado Ricci contra DeStefano, que implica la demanda por discriminación inversa de un grupo de bomberos blancos de New Haven, Conn. Pero la acción de Sotomayor en ese caso es entendida más adecuadamente como ejemplo de contención judicial.

Lo que sucedió fue que el consistorio convocó unas oposiciones para bomberos y ningún afroamericano — y sólo un hispano — las aprobaron. Temiendo perder apoyos en su iniciativa por diversificar la dirección del parque de bomberos, y temiendo la demanda de los grupos de derechos civiles, el ayuntamiento canceló las oposiciones. Los bomberos que aprobaron no obtuvieron el ascenso que esperaban. El juez del distrito dictaminó que el consistorio había actuado en el marco de la ley, y un panel de jueces de distrito de apelaciones de Nueva York — que incluía a Sotomayor — ratificó la sentencia.

Los atacantes de Sotomayor no comprenden o no reconocen que el asunto ante la justicia no era si el consistorio de New Haven había actuado con justicia o no al anular los resultados de las oposiciones, sino si había actuado o no dentro de la legalidad. Había bastantes precedentes que apuntaban a que la acción era, en la práctica, legal. Yo pensaba que toda la teoría de la contención judicial consistía en que no queríamos que jueces que no han sido elegidos democráticamente fueran diciendo lo que tenían que hacer a nuestros gobernantes electos. Pensaba que la idea conservadora era que se suponía que los jueces sólo debían «juzgar el partido» — lo cual es precisamente lo que hicieron Sotomayor y sus colegas.

Ah, pero siempre hay segundas lecturas. Al igual que con el discurso de 2001 de Sotomayor, el caso de New Haven giraba realmente en torno a pertenencia a minorías — y el poder. En ambos casos, como interpretaron los críticos de Sotomayor, las minorías reclamaban u obtenían una especie de ventaja sobre los varones blancos. No importa que esta percepción carezca de cualquier base. El concepto mismo parecía ser suficiente para iniciar una reacción termonuclear.

A pesar de los mejores esfuerzos por parte de Gingrich y Limbaugh entre otros, probablemente el proceso de confirmación no va a girar en torno a la raza. Sus cualificaciones son impecables, su trayectoria es moderada y, según sus colegas, su personalidad es ganadora. Durante las vistas de su confirmación, tendrá oportunidad de aportar el contexto ausente en cualquier comentario que se le reproche. En ausencia de alguna sorpresa de última hora, no puedo imaginar alguna forma en que sus detractores en el Senado pudieran desencaminar su nombramiento.

Tampoco puedo imaginar que vaya a simular ser alguien diferente a quien es. Sonia Sotomayor ha dejado claro que está orgullosa de su identidad, y ofrece ese orgullo no como una afrenta, sino como un ejemplo — no es blanca, no es un varón, no es sajona, no se inclina a pedir perdón. Ella es la nueva cara de América, y tiene una sonrisa deslumbrante.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.

 

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Os invito a la presentación de mi nuevo libro, «El hombre mojado no teme la lluvia. Voces de Oriente Medio«.

Será el día 11 de junio, a las 13:00 horas, en la Feria del Libro de Madrid, Paseo de Coches del parque del Retiro, pabellón Carmen Martín Gaite. La presentación correrá a cargo de Maruja Torres y Juan José Millás.

Los protagonistas de «El hombre mojado no teme la lluvia« son hombres y mujeres que he ido conociendo en mis estancias en Irak, Israel, los Territorios Ocupados palestinos, Líbano, Siria, Egipto y Afganistán. Sus historias no suelen estar en los grandes titulares de los periódicos, pero sin embargo ofrecen claves y detalles fundamentales para comprender cómo es y qué pasa en Oriente Medio.

Sus vidas son una prueba de cómo esa región sigue siendo víctima del colonialismo político que operó a finales del siglo XIX y en la primera mitad del XX y que posteriormente derivó en un neocolonialismo; son un ejemplo claro de cómo la tierra, el poder y los beneficios económicos están por encima de los propios seres humanos.

EL TÍTULO:

Uno de los protagonistas del libro es Yaser Alí, un iraquí al que conocí en Bagdad hace años y que ha participado en la resistencia armada contra las tropas extranjeras. Cuando empecé a escribir el libro le pregunté si prefería que ocultara su identidad. Se quedó pensativo unos segundos y después contestó:

«Como dice el refrán iraquí, el hombre mojado no teme la lluvia. Ya no tengo nada que perder. No me preocupa que aparezca mi nombre, y si quieres, con fotos».

Enseguida supe que ese sería el título del libro. En Oriente Medio hay muchos hombres y mujeres mojados como Yaser, que sienten que ya no tienen nada que perder. Sus vidas, su forma de pensar y de sentir, sus biografías son mapas en los que se puede leer la Historia de sus países y comprender el presente de sus sociedades y gobiernos.

«El hombre mojado no teme la lluvia» nació con ese propósito:  poner nombre, voz y rostro a gente que normalmente es presentada tan solo como integrante de una gran masa a la que llamamos los árabes, los musulmanes o los judíos.

LOS PROTAGONISTAS:

A través de «El hombre mojado no teme la lluvia» podeis conocer, entre otros, a Yamila, una iraquí torturada en la cárcel de Abu Ghraib en el Irak ocupado;

a Layla, una kurda iraquí volcada en la lucha contra la discriminación de las mujeres;

a los Elhanan, una familia judía de Jerusalén que perdió a su hija en un atentado suicida;

a Sergio, un israelí judío antisionista que trabaja por los derechos de los palestinos;

a Yehuda, un colono judío religioso;

a Ibrahim, un palestino que vio morir a sus amigos en ejecuciones extrajudiciales israelíes y que vivió el encierro en la iglesia de la Natividad de Belén;

a Shadi, víctima del crecimiento de los asentamientos judíos ilegales;

a Omar, un médico palestino que sufrió las cárceles israelíes;

a Fahed, un chií libanés cuyas ilusiones se vieron truncadas por la larga guerra civil de su país;

a Sahar, una libanesa seguidora de Hezbolá;

a Lina, una palestina del campo de refugiados de Chatila (Líbano);

a Tony, un cristiano libanés integrante de las Falanges;

a Mona, una actriz siria repudiada por su familia;

a Kareem, un sindicalista pluriempleado egipcio que no renunica a soñar mientras trabaja todas las horas del reloj;

 a Zahraa, una egipcia hija de uno de los líderes de los Hermanos Musulmanes;

a Abdul, un refugiado afgano exiliado en su propio país, o a Massuda, primera mujer candidata a unas elecciones en su país.

  Las vidas de la mayor parte de ellos, así como los grandes acontecimientos de la región, han estado condicionadas por la voracidad de las potencias occidentales que han aupado y derrocado gobiernos y explotado materias primas sin importarles la opresión de las poblaciones y el despojo de la riqueza natural de esos países de Oriente Medio.

 Buena parte de los protagonistas de «El hombre mojado no teme la lluvia» son doblemente víctimas: no solo sufren la violencia, la opresión y el abuso, sino que además son silenciadas, porque son la constatación de que nada es como debería.

Padecen su condición de víctimas y su condición de individuos molestos, que recuerdan que el planeta necesita urgentemente replantearse su funcionamiento.

Con sus historias personales he querido acercarme a esa realidad global que nos permite conocer mejor no solo Oriente Medio, sino también aquello que llamamos Occidente. Porque a través de los otros podemos descubrir aspectos de nosotros mismos.